MENÚ

Cuando el ángel rojo apareció en Alcalá
Melchor Rodríguez García, fundador de la FAI, salvó a más de mil reclusos
Alcalá de Henares |

Melchor Rodríguez García, se ganó el curioso apelativo de “ángel rojo” durante la Guerra Civil (1936- 1939). Anarquista de convicción -fue uno de los miembros fundadores de la FAI-, durante los primeros meses de la guerra, sería nombrado Inspector General de Prisiones. Sin duda alguna, todo un regalo envenenado para la época. Sobre todo, teniendo en cuenta que por las calles republicanas, corrían bandas armadas de milicianos que decidían tomarse la justicia por su mano. Por ello, cientos de Iglesias y conventos fueron asaltados impunemente, así como las cárceles en las cuales se hallaban todos aquellos sospechosos -o miembros de facto- de pertenecer al bando sublevado. Estas prácticas conocidas como “sacas”, serían el peor enemigo ante el cual se debería de enfrentar nuestro protagonista.

La lucha contra las sacas

Durante sus primeros días en el cargo, Melchor Rodríguez es capaz de detener al menos tres sacas en las distintas prisiones de Madrid. Sus primeras medidas trataron de restablecer de nuevo el poder de los funcionarios de prisiones sobre la vida y cuidado de los presos. Así mismo, elimina los distintos comités existentes en las prisiones, y prohíbe tajantemente el traslado de presos desde las siete de la tarde hasta las siete de la mañana, en un intento de restablecer la maltrecha legalidad republicana.

A pesar de la eficacia inicial de estas medidas, el 6 de diciembre en Guadalajara, tiene lugar un masivo asalto a la cárcel de la susodicha localidad, en venganza por el castigo de la aviación nacional sobre el barrio obrero de la estación. La muchedumbre enfurecida, logra asesinar a casi trescientos presos en sus celdas.

Este hecho, cae como un jarro de agua fría entre los círculos del Inspector General de Prisiones, el cual impotente, observa la ausencia de disciplina entre sus propias filas.

La cárcel de Alcalá

Apenas cuarenta y ocho horas después, los terribles sucesos acontecidos en Guadalajara, estuvieron a punto de repetirse en nuestra ciudad. La historia es prácticamente la misma. Tras un bombardeo intenso de la ciudad por parte de la aviación nacional, los milicianos comunistas se dirigen a la antigua cárcel de Alcalá -ubicada en la calle de Santo Tomás-, con el objetivo de asaltar la prisión.

Pocos días antes, habían llegado nuevos presos a la cárcel por lo que en total entre sus muros, había más de mil quinientos reclusos. Ante esta situación, alarmado por el director de la prisión -Fernández Moreno-, Melchor Rodríguez se presenta en la prisión dispuesto a impedir esa locura.

Durante dos largas horas, y tras ser encañonado varias veces por los milicianos, consiguió a base de coraje personal disolver a la muchedumbre. Aquel día, por unas horas, la cordura triunfó por las calles de Alcalá.