El proyecto de Martirio, que podrá verse en el Corral de Comedias los días 4 y 5 de febrero, surge de la propuesta creativa que Los Bárbaros ofrecen a la actriz Alba Enríquez de indagar alrededor de un personaje femenino de la literatura universal, para darle una nueva voz y revisitarlo a través del prisma de la compañía y de las propias experiencias y vivencias de sus creadores.
La compañía ya se había acercado a otras figuras femeninas de la ficción en Julieta & Ofelia; suicidas de toda la vida (cuyo texto será publicado por Ediciones Antígona, en una edición conjunta con Martirio, este mismo año 2022), y al mito fáustico en Wände_Wunde. En esta ocasión, el personaje elegido es Martirio, la infame secundaria de La casa de Bernarda Alba, que es transformada para una nueva ficción que ofrece un homenaje a la figura materna, así como una reflexión empática sobre temas como la vida y la muerte y cómo afrontar ambas.
Porque es lo que hace Martirio cuando acude al cementerio para visitar el sepulcro de su madre, Bernarda, fallecida el día anterior. Necesita comprobar que la que la alumbró sigue en su tumba, y rezar un último Rosario por Bernarda. Al fin y al cabo, una vida termina, pero otra empieza… Pero ¿quién es Martirio? De ella supimos que era, de entre todas las hijas de Bernarda Alba, la más fea, enfermiza, la envidiosa. Ahora, tras la muerte de su progenitora, ¿quién puede ser Martirio? ¿Muerto el perro, se acabó la rabia? Ahora es libre, se abrió la jaula.
El personaje elegido es Martirio, la infame secundaria de La casa de Bernarda Alba
A través de Martirio, eterna segundona, desadaptada y rica en su amargura y soledad, la obra se pregunta, y nos pregunta, sobre temas transversales a la obra de la compañía, como la identidad, la alteridad y la perspectiva de género. Sobre los grandes misterios de la vida y de la muerte. Sobre las costuras que se rompen tras este suceso definitivo. Sobre la sexualidad de esta huérfana, sobre la ausencia, sobre su fe. Sobre la pérdida y el miedo a la libertad.
Martirio acontece en un escenario en el que el personaje no puede huir, como símbolo de esos pensamientos y emociones que se han convertido en una cárcel para ella. Una tumba a modo de altar o lugar ritual y un rosario como oración y objeto físico y dramático, son los elementos que articulan una puesta en escena sobria, apoyada en la interpretación de Enríquez y en el texto, al servicio de que las palabras y las emociones apelen al público, testigos de ese momento íntimo de Martirio tras la muerte de su madre.
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