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Aprender, difundir el arte del circo y que todo el mundo pueda acceder a él. Estos son los tres pilares que caracterizan a la Asociación y Escuela de Circo Scimmie Volanti, en Alcobendas. Samuel Jiménez, su profesor y director, no puede recibirnos al otro del teléfono más contento, orgulloso y enamorado de lo que han conseguido crear gracias al circo en la zona norte de Madrid, desde que abriera las puertas de la Escuela por primera vez, hace tres años y medio.
Imagen: Lucía Pérez
“Hemos evolucionado mucho desde el objetivo inicial. Al principio, éramos cuatro locos amantes del circo porque es una disciplina cara, una clase de telas te puede costar perfectamente 70 u 80 euros al mes y, con esos precios, a nosotros nos parecía imposible acceder a él. De ahí, surgió la idea de montar una asociación con una filosofía diferente”, explica. Una manera de entender este arte que, cada vez, cuenta con más adeptos. Sus precios han convencido a más de 180 socios que ahora acuden de manera regular al pabellón del Colegio Castilla, donde están instalados, para recibir las clases. Telas aéreas, acrobacias, portes acrobáticos, aro y un largo etcétera son algunas de las opciones que ofrece la Escuela para descubrir el circo de una manera divertida y accesible.
Imagen: Lucía Pérez
La idea de la Asociación es crear un espacio de investigación para nuevos artistas o para todas aquellas personas que se quieren superar. Además, de colaborar con diferentes asociaciones de nuestro municipio en proyectos comunes para hacer de Alcobendas un lugar más rico y diverso
Mirando al futuro, la idea de la Asociación es crear “un espacio de investigación para nuevos artistas o para todas aquellas personas que se quieren superar. Además, de colaborar con diferentes asociaciones de nuestro municipio en proyectos comunes para hacer de Alcobendas un lugar más rico y diverso”. De hecho, actualmente, uno de los proyectos que tienen entre manos es fomentar la parte más social de la Asociación. “Todo empezó con los pequeños convenios que hicimos con el Centro de Acogida de Refugiados que venían, de manera totalmente gratuita, a la Escuela (asumiendo el resto sus gastos)”, detalla Samuel. Ahora, “también hemos comenzado a trabajar con los chicos de Síndrome de Down, del centro de exclusión y con los peques del barrio cuyas familias no tienen recursos”. Lo importante, para ellos, es que el dinero no suponga un problema. Con esta nueva “reinterpretación de la Asociación, buscamos solucionar estas diferencias con socios que no hagan actividades y solo quieran apoyar el proyecto pagando una cuota mensual muy económica, de 3,5 euros”. Esta pequeña aportación supone que, cada diez nuevos socios, una persona pueda entrar a realizar las actividades como becado.
Imagen: Lucía Pérez
“La ‘putada’ o la maravilla del circo es que al mezclar tantas disciplinas, como la danza y el teatro, tienes que tener un entrenamiento constante de tu cuerpo”, describe Samuel. Un sacrificio importante “al ser tu herramienta de trabajo”, que -"sin ninguna duda"- merece la pena. Pero hay técnicas más agradecidas que otras. Por ejemplo, “la niña bonita (telas aéreas), además de ser muy visual, enseguida consigues resultados. No es como con las acrobacias o los verticales -equilibrios sobre mano-, donde te puedes tirar todo el año practicándolo y la evolución es muy lenta”. Sin embargo, casi para la totalidad de las disciplinas necesitas fortaleza física y mental. “Acostumbrar a tu cuerpo a un dolor que no es normal”. Y para realizar este tipo de movimientos, no hay una edad determinada. “En la Escuela tenemos desde 19 hasta 38 años y, después, el grupo de los peques”.
Imagen: Lucía Pérez
Samuel es consciente de que el público, a veces, tiene una idea equivocada de lo que es el circo. “Si dices que es ‘para todos los públicos’, la gente se imagina a los payasos. Y, en cambio, si lo describes como ‘para adultos’, se malinterpreta y crees que no lo pueden ver los niños”. Desde la Asociación, lo que se busca es un circo con teatro y danza, con una historia detrás. “Nada de hacer trucos por hacer, sino que todo tenga un sentido. Intentamos que las personas que vienen, salgan conociendo la cultura del circo. El circo también es arte y es una forma de consumir ocio maravillosa”, añade. Con una sonrisa que se puede percibir incluso por el teléfono, Samuel confiesa que “por el momento, la Escuela de circo no cuenta con el espacio adecuado para ofrecer una formación más integral de las artes escénicas”, pero es el siguiente paso. “Es nuestro macroobjetivo y seguro que avanzamos más que si nos marcamos un objetivo más pequeño”, concluye, con ilusión, Samuel.