Dentro de la Semana de las Personas Mayores de Alcobendas se celebró ayer el tradicional homenaje a este grupo de vecinos en el que se honró la presencia de las tres personas de más edad del Municipio. La gala estuvo conducida por el mago Murphy y la orquesta Vintage Band fue la encargada de dar vida a un espectáculo de música de los años 70.
Uno de los momentos más emotivos y destacados fue la entrega, por parte del vicealcalde, Rafa Sánchez Acera, y la concejal de Personas Mayores, Inma Puyalto, de un reconocimiento a los tres vecinos de más edad del municipio, uno por cada distrito.
Felipa Díaz, residente en Distrito Centro, era la mayor de los tres. Acaba de cumplir 101 años. Nacida en Arenas de San Juan, en Ciudad Real, en el seno de una familia de agricultores, tuvo que ver como su novio y futuro marido, Florencio, partía para el frente. Una vez que sus cuatro hijos abandonaron el hogar familiar, se trasladó con su marido a Alcobendas. Con los años la familia crece, y se va viendo rodeada de 12 nietos y 14 bisnietos. Hoy tiene grandes esperanzas de conocer al menos a su primer tataranieto.
Por edad, en el homenaje de ayer la seguía Antonio Carrasco, de Distrito Norte. Nació en Casaborabolela (Málaga) en el cuartel de la Guardia Civil donde residían sus padres. Cuando era un joven adolescente Málaga fue arrasada por bombas. A los 20 años se alistó en el ejército y poco después conoce a Emilia, con quien se casará. Camionero de profesión, trabajó durante años en distintas empresas recorriendo las carreteras nacionales. Padre de dos hijos, enviudó hace dos años. Desde entonces vive con su hija Ana, en Fuente Lucha. A sus 100 años hace caminatas diarias de unos ocho kilómetros y así lo constata con su reloj digital.
Felipa Díaz a sus 101 años tiene grandes esperanzas de conocer al menos a su primer tataranieto
La más ‘joven’ de los tres mayores era Luisa Ferre, de Distrito Urbanizaciones. A sus 98 años su infancia está ligada a la Floresta una finca de Barcelona donde vivió en plena Guerra Civil con su familia. Se formó en la escuela de comercio y aprendió a tocar el piano. Algo excepcional para las mujeres de su época es que era una amante del deporte. Un verano en Suances conoció al que sería su marido, Alfonso. El flechazo fue instantáneo y se casaron a los seis meses. Fruto de su amor nacieron sus dos hijas Caridad y Rocío quienes a su vez tuvieron a sus cinco nietos que le han dado nueve bisnietos. Hace unos años es vecina de Alcobendas, vive junto con su hija, Caridad, en la Moraleja y tiene la “fortuna” de poder disfrutar de su familia.
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