Los 80 se reviven, este 2021, en nuestra ciudad. A partir del 28 de abril, el Centro de Arte Alcobendas acogerá la exposición 'Pablo Pérez Mínguez: Retratos'. Comisariada por José Tono Martínez, la muestra incluye fondos de la Colección de Fotografía Alcobendas, así como de colecciones institucionales y privadas. La exposición refleja el trabajo de Pérez Mínguez como retratista conceptual, pop, kitsch, posmoderno y como excepcional de la movida madrileña. También descubrirá el visitante un biopic personal que muestra, por primera vez, imágenes inéditas de su periplo vital.
Premio Nacional de Fotografía 2006, el desaparecido Pérez Mínguez (falleció en Madrid en 2012), fue uno de los artistas y fotógrafos más relevantes del último cuarto del siglo XX en España, cuando a partir de 1975 se inicia una transición política y cultural radical de la que él forma parte protagonista, como artista, como agitador, como aglutinador y como persona, generosa, divertida y siempre invitante a sus proyectos, como Photocentro, y a sus revistas, como Nueva Lente, por poner dos ejemplos emblemáticos.
La muestra se podrá visitar hasta el 29 de julio
Durante los años de la Movida Madrileña, participó activamente siendo uno de sus fotógrafos más destacados. Realizó retratos a la mayoría de sus protagonistas con un estilo muy personal, además ha producido una parte importante del material gráfico de la movida. En su estudio se realizaron diferentes actividades e incluso se rodaron escenas de la película Laberinto de Pasiones, de Pedro Almodóvar.
Según explica el comisario de la exposición, “Pérez Mínguez fue, antes que nada, un gran retratista. Y así le gustaba a él mismo verse”. Para él, fotografiar era “participar de una ceremonia de posesión articulada en torno a ‘un poder hipnótico’ que le permitía producir el retrato.
Pablo disfrutaba de ese ‘fantástico poder de fascinación’ que le permitía desnudar el alma de aquellos que se ponían a su disposición. Porque para Pérez Mínguez la fotografía era vida, algo antiestático y mágico que convertía a su famoso estudio de la calle Monte Esquinza en '’una mezcla de Freud y de Cabaret’. Su lema favorito era ''Hay que vivir la fotografía''.