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La dramaturga Carolina África está presente en la escena española desde hace diez años, con la compañía que creó y dirige, La Belloch Teatro. Este aniversario coincide con dos de sus espectáculos en teatros de Madrid. La Sala Francisco Nieva del Teatro Valle Inclán, del Centro Dramático Nacional, ha estrenado ‘El cuaderno de Pitágoras’, y en la Sala Cuarta Pared se puede ver ‘Otoño en Abril’, continuación de su obra más aclamada, ‘Verano en diciembre’, que fue Premio Calderón de la Barca 2012 y candidata a tres premios Max de Teatro 2014. Las dos obras están escritas y dirigidas por ella.

Carolina nació y vivió en Alcorcón y le gusta reivindicar esta parte de su ser del Sur. Es dramaturga, guionista, directora, actriz y productora-socia fundadora de La Belloch Teatro. Son muchas capacidades y experiencias las que atesora en su joven vida, y mucha pasión por el teatro la que lleva puesta como su piel más auténtica.

“Queremos felicitar a La Belloch por su décimo aniversario y le deseamos una larga trayectoria en la escena española; a Carolina África, como una de las almas del grupo, le deseamos muchos éxitos”, ha señalado Sonia López, concejala de Cultura, Participación y Mayores, quien ha animado a la ciudadanía a conocer su trabajo en la Sala Valle Inclán durante este mes.

Entre sus obras -escritas y dirigidas- destacan ‘Verano en diciembre’ (Premio Nacional Calderón de la Barca 2012, finalista a los premios Max 2014), ‘Vientos de levante’ (Premio Nacional Directoras de escena Torrejón 2017), ‘La penúltima’ (estrenada en Berlín 2011. Premio Encinart. La Rioja 2013), ‘Modërna’ (para el Frinje 2016, coescrita y codirigida junto a Julio Provencio) y ‘Otoño en abri’l (II Beca de Creación del Pavón Teatro Kamikaze).

Ha versionado para la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) 'El desdén con el desdén', de Agustín Moreto – Finalista Premios Max 2020 a Mejor versión- y ‘El sueño de una noche de verano’ (2020) de William Shakespeare. Como guionista, ha trabajado en una serie documental para Televisión Española, emitida en La2: ‘Mujeres en la dos’.

Sus espectáculos han estado programados en el Centro Dramático Nacional y Teatro Español, entre otros, y han girado por Alemania, Argentina, Colombia, Uruguay, México; también han sido montados en Inglaterra, Argentina, Uruguay e Italia.

Algunas de sus obras han sido traducidas al inglés, italiano y croata, y publicadas en diferentes editoriales. Como docente ha impartido seminarios de interpretación y dramaturgia en distintas ciudades de España, Uruguay, Italia y Guinea Ecuatorial. Como actriz ha trabajado con José María Flotats (Beaumarchais. Teatro Español), y David Trueba (Vivir es fácil con los ojos cerrados), entre otros.

‘Otoño en abril’ relata el eterno e inevitable retorno de una de las hijas al hogar materno, aunque ese espacio no sea el refugio añorado, sino el mismo lugar incómodo del que se huyó, en el que no es posible ser quienes queremos ser, pero del que las circunstancias no nos dejan escapar. El Teatro Buero Vallejo acogió esta obra y desde el Consistorio esperan "que pronto podamos ver también ‘El cuaderno de Pitágoras’". Además, el viernes día 11 de febrero se presenta, en la Sala Cuarta Pared, el libro ‘Otoño en abril’, publicado por Ediciones Antígona.

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‘El Cuaderno de Pitágoras’ quiere recoger los estigmas existentes en torno a la realidad carcelaria, y está inspirada en casos reales a partir de la experiencia de la propia Carolina, como voluntaria docente de teatro en el centro penitenciario de Valdemoro.

Según explica Carolina África, la intención es que el público espectador “vea plasmado un colectivo que no suele estar habituado a ver, y con el que comparte más semejanzas que diferencias, porque veremos a seres humanos -a veces se nos olvida, por muy obvio que parezca-, con sus emociones y sus circunstancias, sin entrar a juzgarlas”.

Carolina afirma que su experiencia fue "de tardes intensas, con momentos muy duros, otros muy divertidos y sorprendentes, porque estábamos en una cárcel, pero el teatro nos hacía libres… también para los voluntarios, que veníamos con nuestras propias cárceles, aunque cruzábamos sin problema las diecisiete puertas que a ellos les mantenían alejados del mundo exterior. Cada semana un recluso diferente era el encargado de escribir en un cuaderno el registro de lo que había sucedido en la última sesión; éste era su cuaderno de bitácora, que pasaba de mano en mano. Uno de los internos, una tarde, por error, lo llamó “el cuaderno de Pitágoras” rebautizando ya, para siempre, el nombre de esos registros, y que he querido utilizar como título, a modo de homenaje”.