El proyecto experimental CRECE es la nueva apuesta de Cruz Roja para transformar el modelo de apoyo y cuidado de larga duración en las personas, validando un alternativa de intervención que sea transferible a otras entidades y a las políticas públicas del sector, con el fin de prevenir y retrasar la institucionalización, así como potenciar la autonomía de aquellos en situación de dificultad social, evitando así el sentimiento de soledad no deseada.
La labor, que se está desarrollando en 51 localidades de 15 provincias, y pretende intervenir con 2.730 personas participantes en diferentes situaciones de vulnerabilidad social, se llevará a cabo también en tres localidades de la Comunidad de Madrid: Leganés, Alcorcón y Madrid (zona Oeste), atendiendo principalmente a 270 personas mayores, mujeres víctimas de violencia de género, jóvenes que han pasado por un proceso de tutela o que se encuentran en situación de dificultad social y personas sin hogar de la región.
De este modo, las personas que presentan el riesgo de no poder seguir viviendo en sus hogares y comunidad, al igual que ocurre con las que ya han sido institucionalizadas, tienen la posibilidad de permanecer en su entorno más cercano o retornar al mismo. Para ello, Cruz Roja colabora con entidades sociales, con la ciudadanía, con el comercio local, con asociaciones vecinales y con la administración pública para que las personas que sufren soledad no deseada y, debido a ello, ven mermada su empleabilidad, estado de salud y su autonomía, puedan permanecer en su ámbito el mayor tiempo posible mediante el proyecto CRECE.
Cuenta a tal efecto con una investigación sobre ‘Percepción y vivencia de la soledad no deseada y respuestas en el ámbito comunitario’, con el objetivo de identificar cuál está siendo la intervención en este ámbito y qué percepción tienen los diferentes colectivos atendidos en CRECE con respecto a dicha problemática, lo que permite a Cruz Roja mejorar y personalizar las soluciones en cada situación.
Debemos dirigir nuestra mirada hacia la búsqueda de un nuevo modelo de cuidados, y éste solo puede construirse sobre un sistema fuerte de servicios públicos y apoyo comunitario
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CRECE sumará, complementará y ampliará las respuestas que desde Cruz Roja se dan a las diferentes necesidades detectadas en las personas que acuden a sus asambleas locales desde una perspectiva comunitaria, en colaboración con diversas entidades y administraciones, y promoviendo nuevas actividades que aborden la soledad no deseada y apoyen la desinstitucionalización de estos grupos sociales. Asimismo, supone para Cruz Roja la oportunidad de diseñar y testar respuestas tecnológicas que ayuden a paliar situaciones de soledad no deseada, reforzando la intervención directa que se realiza con cada persona.
En la Comunidad de Madrid, este proyecto se ha puesto en marcha en octubre de 2022, y se prevé que finalice actividad en junio de 2024. Durante los primeros meses, la Organización se ha centrado en acciones de carácter comunitario, con el fin de realizar difusión y coordinación con otras entidades y favorecer el trabajo en red. CRECE está financiado por los fondos de Next Generation de la Unión Europea a través del del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030.
"Todo ello repercutirá en la población con la disminución del sentimiento de soledad no deseada, la mejora en la autonomía, la aplicación de capacidades y el empoderamiento, la defensa de los derechos de las personas a permanecer en el entorno en el que viven el mayor tiempo posible, y el aprovechamiento de la tecnología incorporada a las nuevas formas de cuidado. Además, en los jóvenes y las mujeres permitirá ofrecer más alternativas para mejorar la empleabilidad y participar en actividades que les permitan ampliar su red social con personas con intereses similares, además de sentirse acompañados en su desarrollo personal, profesional y laboral", indican desde la entidad.
"En el contexto europeo se está replanteando el sistema de cuidados existente, y se buscan alternativas al modelo de institucionalización por su carácter asistencial y segregador, por la despersonalización que implica y por su rigidez, entre otros factores. Durante la pandemia, todos hemos visto muy de cerca las consecuencias del sistema actual, especialmente en relación a las personas mayores, pero la institucionalización o, mejor dicho, el riesgo de institucionalización, es algo que también afecta a niños y jóvenes bajo el sistema de protección, a mujeres víctimas de violencia de género, a personas con problemas de salud mental, o a personas sin hogar. En ocasiones la institucionalización provoca sentimientos de desarraigo, tristeza y abandono, o de pérdida de control sobre la propia vida. Estos sentimientos, ya de por sí preocupantes, tienen consecuencias aún más graves en el caso de las personas socialmente aisladas, así como en aquellas que sufren una soledad no deseada", añaden.
"Cambiar el modelo de cuidados implica repensar el modelo de sociedad en que vivimos, significa entender que el bienestar individual y el bienestar colectivo están estrechamente vinculados y son interdependientes. Debemos dirigir nuestra mirada hacia la búsqueda de un nuevo modelo de cuidados, y éste solo puede construirse sobre un sistema fuerte de servicios públicos y apoyo comunitario, centrado en las personas. Cruz Roja trabaja para favorecer los entornos inclusivos y para que nadie se quede atrás. Un entorno inclusivo asegura la participación en igualdad de oportunidades para todas las personas y ayuda a reducir el riesgo de exclusión, favoreciendo la creación y refuerzo de las redes de protección", concluyen.