Sí, las mujeres tenemos mil cosas en la cabeza y, a veces, ponemos en práctica varias a la vez, pero estamos cansadas. Nos agota que hayáis edulcorado esta circunstancia hasta convertirla en un cómic en el que parecemos heroínas que están siempre al servicio del resto y que, además, acaban el día satisfechas y con una sonrisa.
No podemos con todo ni queremos hacerlo porque somos conscientes de que asumimos nuestras propias responsabilidades y las de los demás. Tampoco tenemos súper poderes. Se llama carga mental y, a pesar de ser invisible, es una consecuencia del machismo que nos oprime y no deja de ponernos la zancadilla para limitarnos, mientras tratamos de avanzar hacia la igualdad de género.
La corresponsabilidad en los cuidados no es una realidad, como tampoco lo son las políticas de conciliación con perspectiva de género que, entre otras cosas, deberían permitir que cada mujer tenga las mismas opciones que cualquier hombre para desarrollarse laboral y personalmente. El patriarcado tiene armada toda una estructura socioeconómica y cultural que propicia que recaigan sobre las mujeres las labores de planificación en el hogar, el trabajo doméstico no remunerado, el cuidado y la atención a personas vulnerables o dependientes, el groso de la educación de los hijos e hijas y, en definitiva, todas aquellas tareas que sostienen la vida, pero que nos obliga a arañar minutos para abrir márgenes de espacio y tiempo donde poder disfrutar de la nuestra, centrándonos, únicamente, en nosotras mismas.
Algunas lo conseguimos, otras no. Si eres una mujer, da igual en que grupo te encuentres. Sea como sea, no es culpa tuya. No es sencillo sobrevivir en el marco de un sistema que carga sobre tu espalda responsabilidades que no contempla para la otra mitad de la población y que, cuando se te ocurre quejarte al respecto o, simplemente, manifestarlo, ejerce su violencia, intenta manipularte y te responsabiliza, sin importa cuál sea tu situación.
El estrés tiene género y esta es una de las razones, pero ¿sabéis que otras cosas llevamos en la cabeza a menudo? Una de ellas es un mapa con itinerarios alternativos que seguimos cuando volvemos solas a casa y queremos evitar cruzar lugares demasiado solitarios, oscuros o escondidos. Algunas llevamos el teléfono de emergencias o de la policía grabado en la memoria y el móvil en la mano, por si una llamada a tiempo pudiese evitar que nos violasen. Otras, vamos pensando en el mensaje que vamos a enviar a nuestra amiga o compañera cuando crucemos la puerta del portal y, hay noches, que resoplamos, con miedo, pero tristemente aliviadas, que solo nos hayan soltado algún comentario lascivo, acorralado de manera invasiva o sobado en una esquina.
Este 8 de Marzo nos acordamos de todas las asesinadas y reivindicamos por ellas, pero también por todas las que seguimos aquí y por todas las cosas que tenemos en la cabeza y que muchos todavía no queréis a escuchar. Porque estamos vivas, nos negamos a sobrevivir sin más.
No podemos con todo ni queremos hacerlo porque somos conscientes de que asumimos nuestras propias responsabilidades y las de los demás
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