La artista arrastraba las secuelas del COVID-19 desde hacía meses
Su estado de salud no ha sido el mejor en los últimos meses. Según la propia Arteta, comenzó a sufrir percances a raíz de haberse contagiado de coronavirus.
Antes del infarto, Arteta ya estuvo ingresada por un cólico nefrítico que acabó en una sepsis y, antes, en el mes de abril, un edema, "una inflamación venosa dentro de las rótulas" que la mantuvo durante un tiempo en silla de ruedas. La propia cantante aseguraba en sus redes sociales que dicho edema se lo había provocado el COVID-19, pese a que, cuando se contagió, no tuvo que ser hospitalizada. Hace unas semanas compartía en Instagram algunos tratamientos que realiza para recuperarse del virus.