No hay momento tan placentero ni esparcimiento tan mágico, como soñar con los ojos abiertos ante un libro que nos abre una ventana a otras dimensiones y nos sirve en bandeja de plata la base primordial del conocimiento.
El lector puede vivir cientos de vidas sin moverse del sitio, pues la lectura es sin duda, una puerta abierta al universo.
No existe nada en el mundo conocido que tenga tanto poder sobre el ser humano como las páginas de un libro abiertas, esperando al lector que las engulla y haga suyas el sinfín de historias que contienen.
Aprovechando el hilo al que nos conduce este artículo, deberíamos recordar que, respecto a la lectura y al poder de los libros, allá por el siglo dieciséis ya afirmo con absoluto convencimiento y sabiduría el maestro don Miguel de Cervantes, dos sentencias que han llegado hasta nuestros días con el significado intacto e idéntica pretensión que tuvieron en el pasado.
«El que lee mucho, ve mucho y sabe mucho» y «En algún lugar de un libro hay una frase esperándonos para darle un sentido a la existencia». Independientemente de la época en que quieran aplicarse, estas dos frases premonitorias e indelebles al tiempo, vienen a justificar la importancia de cultura y aprendizaje para el desarrollo intelectual del ser humano.
Desde la invención de la escritura, no existe herramienta tan relevante creada por la humanidad, pues a partir de su nacimiento nos ha quedado la historia de las distintas civilizaciones, pueblos y sociedades que han ido poblando el planeta.
Con sus mensajes, códigos y leyes entre otros, tenemos conocimiento del pasado, de su forma de vida y a través de sus volúmenes nos ha sido legadas las bases de todas las ciencias.
Y todo esto se ha logrado a través de las obras de texto, de ahí el poder supremo del conjunto de hojas manuscritas o impresas que en la actualidad conocemos con el calificativo de libro.
Y a todo esto, ¿Qué es para cada cual un libro?
Pues, rizando el rizo, dicho sin falta alguna de respeto y según lo que le marque a cada cual su intelecto, un libro bien podría ser lo que cada uno quiera interpretar en base a la percepción que tenga de la cultura.
El lector puede vivir cientos de vidas sin moverse del sitio, pues la lectura es sin duda, una puerta abierta al universo
El lector puede vivir cientos de vidas sin moverse del sitio, pues la lectura es sin duda, una puerta abierta al universo
Lo que si debemos tener muy claro, es que sin ellos la sociedad de la que hoy disfrutamos, apenas sería como una brizna de polvo del desierto expuesta a la fragilidad del viento.
Por tanto, abracemos la hechicería de los libros y leamos. Leamos sin pausa o prisa, todo ejemplar que tengamos la suerte que caiga en nuestras manos, pues se aprende con el empeño y la constancia.
Leamos tebeos, revistas, cuentos, novelas, tratados, ensayos y si es necesario hasta prospectos de medicamentos o instrucciones de aparatos, pues lo importante es ejercitar la mente y acostumbrarla a la curiosidad del saber.
Así se inició en edad temprana este humilde escritor que hoy ejerce de articulista, que leía todo lo que tenia al alcance, aunque a veces le costará horas de sueño o la regañina de su bendita madre, preocupada por que el crío no perdiera la vista ante su afán de lectura.
Leamos hasta que el cuerpo aguante o hasta que acabemos con todos aquellos ejemplares aún vírgenes, que llevan años en la estanterías de millones de casas sin tocarse y que por desgracia arrinconamos como si fueran apestados.
Nos va en ello la vida, enseñanza e instrucción como seres humanos, nos va en ello la muerte del saber y la conciencia.
Y ya sabes, querido lector, en las páginas de un libro, mil sueños por descubrir… aún te esperan.
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