Barquillos de Madrid, palmeritas de Morata, rosquillas de Alcalá o los más modernos manolitos de Colmenar. En nuestra Comunidad hay dulces muy famosos y otros que no lo son tanto pero que son igual de deliciosos. ¿Los conoces todos? Seguro que hay alguno que se te escapa. Sigue leyendo, porque se te va a hacer la boca agua.
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Las rosquillas son las que se han llevado siempre la popularidad, pero si hay un dulce del que los alcalaínos nos sintamos especialmente orgullosos, es sin duda de la costrada: hojaldre, crema, merengue y una deliciosa "costra" de almendras tostadas. Tan simple como deliciosa. Y aunque comerla sin mancharse (sobre todo en el tren de Cervantes) pueda ser toda una proeza, merece la pena arriesgarse por esta tarta capaz de hacer sombra no sólo a las rosquillas sino también a las almendras garrapiñadas, que también nos valen para nombrar a los alcalaínos de pura cepa.
Lo maravilloso de la capital es que tiene un dulce para cada época del año. Desde las rosquillas del Santo hasta la corona de la Almudena, pasando por los buñuelos de viento, los huesos de santo o los panecillos de San Antón. Por supuesto, también hay otras especialidades de las que podemos presumir todo el año, empezando por los churros y siguiendo por las violetas de caramelo o los barquillos. Como siempre, en Madrid, todos podemos encontrar lo que más nos gusta entre una gran variedad de opciones.
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No todo van a ser fresas y espárragos, si en Aranjuez hay una pastelería histórica, esa es Hermanos Serrano. Y sus especialidades, el ponche Serrano y las tartas goyescas. Con una base de hojaldre, el primero de los postres se compone de capas de nata y crema cubiertas de un merengue caramelizado que le da un toque crujiente al resultado. En el caso de las tartas, la base también es el hojaldre, pero en esta ocasión se rellena de crema o de chocolate para un resultado delicioso.
Y sin dejar a Goya, nos vamos hasta Móstoles, donde la tartada es un dulce que conmemora el 2 de mayo de 1808. Una base de bizcocho bañado al que se añade una capa de limón o de nata y se cubre con un segundo bizcocho, también bañado y cubierto de frutos secos.
Otros postres menos característicos pero también deliciosos son los Nicasianos de Leganés o las Puches de Fuenlabrada, los primeros se elaboran con motivo de las fiestas de San Nicasio y las segundas son una especie de gachas dulces cuya elaboración es sencilla y económica.
No todas las tradiciones son antiguas
Algunas ciudades se han inventado sus tradiciones más dulces y han tirado de imaginación para conseguir un reclamo turístico más, como en el caso de los ombligos de Pinto o los Beeziosillos de Villaviciosa.
Una nueva invención, que apenas cuenta tres años y que, con su cobertura de chocolate, pretende destacar el hecho de que Pinto está en el ombligo de España. Su base de zanahoria y su toque de fresa se ha ido reinventando durante su corta vida gracias al impulso del Ayuntamiento con concursos que fomentan el turismo con su "ruta del ombligo". Eso si, aunque sea una ruta, no recomiendo comerse más de dos de un tirón si no quieres sufrir una hiperglucemia.
Cuando una pastelería da con la receta del éxito lo mejor que puede hacer es utilizarla como reclamo, y si sigue triunfando, pues a exportar. Eso es lo que pasó con los manolitos, unos pequeños croissants a tope de mantequilla y con un baño de chocolate que han causado furor en todo Madrid, y así se han ido instalando en los mejores sitios de nuestra región y de toda España. Y todo surgió en una pastelería de Colmenar Viejo, Manolo, que creció como la espuma desde que abrieron su primer local en los 90.
Las famosas palmeritas de chocolate de este pequeño pueblo han traspasado fronteras. Aquí no está tan clara la reinvención de un dulce que todos conocemos y que ha dado renombre a la localidad, pero la gente viene de todo Madrid para comprarlas. Si en los manolitos la diferencia la da un extra de mantequilla, aquí el secreto es el almíbar, que consigue unas palmeritas menos secas que las tradicionales. Como decía, en este caso encontramos competencia, y con ciertas distinciones, dentro del propio pueblo. Las pastelerías de la Torre y Real se disputan la originalidad de este dulce, que cada una hace con su toque distintivo, la primera con más almíbar y menos chocolate y la segunda con el glaseado más grueso. Los vecinos no se ponen de acuerdo tampoco sobre cuál es la mejor, así que lo mejor será ir hasta Morata de Tajuña y decidirlo por nosotros mismos.
Con una base de bizcocho, una crema de cítricos y dos tejas de almendra, el nuevo postre tradicional de Boadilla del Monte homenajea a San Babilés, un obispo que, según la tradición, fundó una escuela en el cerro de Boadilla.
Pero Boadilla y Pinto no son los únicos municipios que han utilizado la repostería como reclamo. En Majadahonda podrás degustar la milhojas majariega, en Getafe su Capricho y en Villaviciosa los Beezosillos. Porque ¿a quién no le apetece llevarse un recuerdo cuando visita una ciudad?
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