Cuando la ligereza y/o la precipitación del poderoso, sea por la causa que fuere, impera en sus decisiones, la negligencia se apodera y se hace fuerte en el débil. Sírvanos como ejemplo clarificador y botón de muestra, sucesos acaecidos en el pasado fielmente documentados como las fotografías de Fran Rivera, toreando con su bebé o de aquella otra de Michael Jackson, sosteniendo al pequeño Prince sobre el balcón y enfrentándolo al vacío.
También nos dejo asombrados hasta la médula, observar a la cantante Britney Spears conduciendo con su bebé de un mes al volante o ya para más Inri, al tristemente finado zoólogo Steve Irvin durante un espectáculo con su hija de un mes en brazos mientras da de comer en baño de masas, alegremente a un cocodrilo.
La inconsciencia del ser humano no tiene límites, ni parangón con ninguna otra especie del planeta.
O cómo nos despertamos de cuando en cuando en sucesos a la orden del día con ciudadanos anónimos o afamados youtubers o influencers, que en pos y ansia fama y likes y, realizan o emprenden ridículas barrabasadas de cualquier tipo y condición, que les cuestan hasta la muerte o la cordura. No hay más que echar un vistazo a los defenestrados por selfies en los últimos tiempos.
O en otro orden de cosas superlativamente más hirientes para la conciencia, es tremendo cuando llega a los oídos de la opinión pública, cómo el rancio magnate de turno televisivo, obvia adrede todas las normas empresariales, económicas y de responsabilidad o decoro ciudadano y se las salta a la torera, en pos de rédito dinerario, acumulación de poder y ostentación y se convierte en una mera mafia siciliana, rodeándose de ciertos elementos de la justicia a sueldo, para irse de rositas y sonriendo en mueca de ostentación y suficiencia, mientras se protege con centuria de abogados de postín o mercenarios incondicionales a salario desorbitado…
Estamos más que apañados, pues está soberanamente claro, que la rueda de la diosa Themis, no gira igual para todo hijo de vecino. A veces hasta gira hacia atrás que es lo más grave, premiando al corrupto y delincuente y castigando al virtuoso e inocente
El pobre paga con tiempo y sangre cualquier error u oprobio cometido
Mientras, el potentado, zascandilea por el filo de la navaja de las administraciones del estado y si me apuras, se permite el lujo de asomar la gaita en medios de comunicación o redes sociales para defender a capa y espada su “inocencia” o encima escribe un libro de su experiencia o ya para rozar el rizo, cuando las aguas vuelven a su cauce , se hace unos bolos de Tv y sigue engordando sus bolsillos a pasos agigantados y sin atisbo de vergüenza o escrúpulo.
Asombro, estupor, jocosidad, rabia, ironía a raudales (y también por que no mencionarlo), profundos sentimientos de hastío e impotencia cunden por doquier, en el resto de los mortales, que asistimos acongojados día tras día, de las peripecias o dislates de estos seres y cómo por encima de la ley, se ríen a pie juntillas, del conjunto de sus congéneres.
Es el nuevo pan y circo de cualquier sociedad actual del mundo “civilizado”. Lo que ya no está tan claro es quien es quien en este laberinto de injusticias.
Si las fieras son el pueblo llano, juzgando al que está subido a la palestra y sometido a tela de juicio en la vida pública o es el de la palestra el afierado.
Ya lo dirá el tiempo, que es el sabio.