Si ha tenido que acudir al médico en los últimos meses, seguramente le hayan surgido algunas dudas y algunos problemas. En primer lugar los pacientes no tenemos muy claro cuál es ahora el procedimiento para la Atención Primaria, si las consultas se hacen de manera presencial o telefónica o si la cita se puede pedir de la manera tradicional, ya que, en muchos centros es complicado conseguir que respondan al teléfono.
Desde Soy-de hemos acudido a diversos Centros de Salud de nuestra región, y en todos nos hemos encontrado con pacientes descontentos con algún punto de la atención que se recibe, ya sea la cita, el plazo de espera para conseguirla o la espera en el propio consultorio.
Una situación que se ha agravado con la Pandemia, pero cuyo origen es anterior y por otros factores más allá de la gestión de la crisis sanitaria.
E. Martínez llevaba 15 años con el mismo médico de cabecera. 76 años, enferma de bronquitis crónica y paciente del centro de salud Cuzco, la fuenlabreña ha tenido que aceptar el cambio a un nuevo facultativo sin explicación alguna. Solo que “hay saturación de pacientes” con su anterior médico. Además, la pandemia ha hecho estragos en la supervisión de sus patologías: “no ha habido seguimiento”, dice. A ello, se suma que, cuando pide cita, el mínimo de tiempo de espera es una semana.
Enferma crónica con visitas al médico regulares y pautas de medicamentos. Ella es L. Corral, estudiante proveniente de Burgos que pidió el traslado al centro de salud Loranca. Sin embargo, debe acudir a Atención Especializada del Arroyo, “a la otra punta de Fuenlabrada”, para que le hagan la pauta de sus medicamentos. L. está convencida de que “hay pocos médicos” para “la masa de pacientes”. De hecho, cada vez que ha venido al centro, “me ha atendido un médico diferente”, lo que provoca que tenga que explicar su situación de nuevo. “No pueden recetarme cualquier cosa porque mi enfermedad es un tema muy complicado”, dice preocupada.
La situación es tranquila a las puertas del centro de salud Miguel Servet de Alcorcón en una mañana de jueves. Una fila en la que aproximadamente una decena de pacientes espera a ser atendido por el personal de administración en ventanilla discurre con rapidez. En líneas generales, están contentos con la atención recibida y los plazos de espera. Tanto residentes como desplazados aseguran poder elegir entre cita telefónica o presencial y manifiestan que los plazos a la hora de conseguir una citación con su médico de cabecera son los mismos de siempre, sin cambios en la asignación de profesional sanitario ni demoras extraordinarias.
Manuel, quien ha venido a pedir cita para su hijo menor de edad, en relación a la revisión de los 14 años -por la que pasará al médico familiar desde pediatría-, señala que “ahora va muy muy mal, antes funcionaba bien; la pandemia habrá influido, pero yo creo que no está bien gestionado, porque no me creo que para pedir una cita haya que llegar a esperar 15 días”. Algo que también ocurre en su propio caso: “he tenido una ciática hace poco, he llamado para pedir cita y nunca era de un día para otro”, concluye.
Joaquín es un enfermo crónico que asegura que pese a la situación de pandemia sus citas médicas no han variado en ningún aspecto, ya que son automáticas. Sin embargo, el paciente se ha quejado de las citas por motivos puntales, ya que la atención en este caso “no existe”. “Llamas por teléfono, no hay atención, no cogen, no hay atención personal…”, explica el paciente del centro de salud Pozuelo Estación. Finaliza diciendo que “la sanidad es una mierda” y explica, a continuación, “funciona muy bien a nivel de cosas graves, pero la atención primaria es pésima”. Podemos encontrar los motivos en la falta de personal, debido también al agotamiento que lleva arrastrando este servicio público por la situación de pandemia. En el centro de salud Pozuelo Estación cuentan con 33 profesionales y solo en una hora (9:00-10:00) han entrado un total de 88 personas.
A las puertas del centro de salud Luis Vives de Alcalá, los pacientes entran y salen del edificio. Algunos con rostros amigables y otros no tan contentos. Dentro del centro, una fila con siete u ocho personas esperan ser atendidas por las recepcionistas, todos quieren pedir una cita que parece que nunca llega, o al menos cuando intentan pedirla por teléfono. Mientras tanto, otros pacientes se sientan en los banquillos hasta ser atendidos por su médico “de confianza”, o eso creían hasta el momento en el que las enfermeras se acercan para anunciarles un cambio de especialista repentino, sin voz ni voto, o les anuncian que, ese médico que les había estado atendiendo durante años y que últimamente no veían “ha fallecido hace meses”.
La situación no parece mejorar cuando las enfermeras empiezan a desalojar a aquellos que intentan acompañar a sus familiares porque “estamos saturados, no puede pasar nadie más”. La sorpresa llega cuando los propios pacientes comprueban que esa saturación de la que hablan no es tal, muchas plantas están vacías, y otras tantas consultas sin especialistas. “No atienden al teléfono, nos tenemos que desplazar para coger la cita, no abren las urgencias, no dejan acompañantes, no me pasan con mi médico de familia… ¿Qué está pasando?”, remarcan con indignación.
Cinco personas esperan en fila, y manteniendo la distancia, su turno en la puerta del Centro de Salud de Tres Cantos. Las esperas no son largas y en apenas 15 minutos en la entrada solo quedan dos personas esperando. Cabe destacar que, a pesar de que el ritmo de consulta avanza con normalidad, no dejan de llegar pacientes a la puerta del Centro.
Leandro, de 79 años, reconoce ser un asiduo en este centro de atención primaria. Recalca que lleva años siendo atendido por los mismos médicos y que tras la pandemia no ha visto que la atención haya empeorado: “Son años viniendo y me siguen ateniendo de maravilla”. Otros usuarios como Matilde, de 44 años, han vivido un panorama diferente. Ella indica que con respecto a la situación pre-Covid sí hay diferencia: “Los tiempos de espera son menores porque hay menos gente, pero hay más problemas para coger cita aunque con la consulta telefónica se aligera el plazo”. Matilde hace hincapié que lo que más se ha notado durante estos meses en Tres Cantos es el cierre de las urgencias: “Cualquier cosa, por pequeña que sea, si coincide en fin de semana o por la noche tenemos que bajarnos al Hospital de La Paz”.
En esa misma línea, encontramos a Patricia de 26 años que comenta que “las urgencias deberían estar ya abiertas”. En su caso, señala además que coger cita por teléfono “es imposible, porque no lo cogen. Tuve que coger cita con el dentista y, no exagero, tuve que llamar 11 veces”. Otra vecina tricantina, Ana de 51 años, dice que prefiere las citas telefónicas porque, para según qué cosas, “son más rápidas y cómodas”. Además, “los médicos siempre que las he usado me han atendido a la hora” indica. Sobre el debate con las urgencias, Ana indica que “aunque no las he tenido que usar recientemente, es algo que todos los usuarios notamos”.
Hemos acudido también al Centro de Salud El Greco, en Getafe. Los vecinos nos han reportado en primera instancia los problemas con las citas por teléfono. “Hemos pedido la cita en el mostrador porque llamábamos y no lo cogían”, aseguran. “Hay muchas personas en recepción, pero luego nunca nos atienden cuando pedimos cita desde casa”. Sobre el funcionamiento de la aplicación móvil ha habido menos quejas: “funciona a la perfección”.
En cuanto a los pacientes enfermos crónicos con los que hemos podido hablar nos han asegurado que, a pesar de que en algunos casos haya cambiado su médico, “han podido acudir con asiduidad al centro” y “han sido atendidos correctamente”. El contrapunto lo hemos encontrado conversando con las trabajadoras del centro. “Desde que comenzó la pandemia todo ha cambiado muchísimo”, lamentaban, “estamos muy saturados todos, tiene que cambiar algo”.
A la pregunta de cómo transcurren sus jornadas, nos lo han podido aclarar: “hay muy pocos médicos para tantos pacientes, estamos haciendo el doble o el triple que hace un año. Además está empezando la campaña de vacunación de la Gripe y no damos abasto”
La otra cara de la moneda, hablan los profesionales
Los profesionales son conscientes de que los pacientes perciben los problemas a los que ellos se enfrentan cada día y que se trasladan a la atención que pueden brindar. Así, Salvador Casado, médico especializado en Medicina Familiar, explica que la Atención Primaria Madrileña “es una bomba de relojería”, ya que hay “1.800 plazas sin cubrir”.
Para el doctor Casado es necesario mejorar las condiciones de trabajo de los profesionales de los centros de Salud, con una “equiparación salarial con el hospital”; “mejorando los puntos de difícil cobertura” y dejando de hacer “cosas cosméticas”.
Casado afirma que son ya 90 los directores de Cetros de Salud que han dimitido, debido a la “sobrecarga horrible” que tienen que soportar ellos y sus equipos.
###53215##
Así lo explica Juana Sánchez, directora del Centro de Salud Daroca, en Madrid, que afirma que “las agendas de Atención Primaria no se pueden soportar”, porque hay poco personal. Esta falta de profesionales se debe, en opinión de Sánchez, a que los residentes no se quieren quedar en Madrid porque consiguen contratos más atractivos en otras comunidades (más años de contrato, con más claridad y sabiendo a qué puestos optan).
Para la directora del Daroca, los médicos de familia no pueden hacer su trabajo de manera “completa” ahora mismo por la presión asistencial a la que se ven sometidos. Las “actividades de promoción y prevención se ven muy mermadas por la labor asistencial que tenemos que suplir y hacer verdaderos esfuerzos para garantizar la asistencia a toda la población”.
###53441##
Con esta situación, la respuesta de la Consejería de Sanidad no se ha dejado esperar: La pasada semana se anunciaron las medidas de adecuación de Recursos Humanos del Plan de Mejora de Atención Primaria, en las que se prevé un incremento de hasta 713,60 € para los médicos de Familia.