No es normal. Nunca lo es. De hecho, podría ser endometriosis. En el ámbito de la salud, también existe un sesgo de género y se manifiesta en un discurso generalizado que tiende a restar importancia a los síntomas que presentamos las mujeres, especialmente cuando hablamos de salud menstrual. Lo cierto es que nuestros cuerpos hablan y piden ser escuchados, por lo que tenemos que darles la atención que merecen, aunque resulte complicado prestársela cuando hay que avanzar a contracorriente. Algo tan normalizado como tener dolor fuerte cuando estamos con la regla puede estar avisándonos de que algo no va bien. Pese a lo que nos han enseñado, las mujeres no tenemos que soportar de forma pasiva unas reglas muy dolorosas porque suele ser indicativo de un problema, igual que una distensión abdominal muy recurrente, un malestar frecuente o los episodios de mareo y dolor intenso durante la ovulación u otro momento del ciclo.
Seguro que mi experiencia con la endometriosis es distinta a la vuestra, pero siempre hay puntos en común en los que encontrarnos cuando estamos perdidas. Al menos, eso fue lo que hice yo cuando no estaba segura de lo que ocurría en mi cuerpo: buscar testimonios de otras mujeres que me ayudase a orientarme y a empoderarme en el proceso. Eso sí, esto no es más que una vivencia personal, así que no dejéis de acudir a profesionales, buscar segundas opiniones e insistir hasta dar con la atención que vuestro cuerpo y vuestra salud tienen derecho a recibir.
La endometriosis es una enfermedad en la que las células del endometrio crecen fuera del útero, por lo que puede afectar a órganos cercanos, como los intestinos. Como cualquier enfermedad, se conoce a través de un diagnóstico médico, pero en el caso de la endometriosis, esto puede tardar entre siete y 10 años. La mayor parte de las mujeres que la padecen han acudido varias veces a consultas médicas de las que han salido sin soluciones reales a los problemas que presentaban. Pocas veces se abandona la consulta con una cita adicional en la que recabar más información o realizar alguna prueba. Es más, recetar un anticonceptivo hormonal contra el dolor, a veces incapacitante, ha sido la "fórmula mágica" durante años, pero cuando se trata de endometriosis hay que prestar atención a varios factores e ir un paso más allá.
El dolor muy intenso durante la menstruación u otros momentos del ciclo puede estar anunciando endometriosis. En mi caso particular así ha sido, aunque me saltaron las alarmas cuando la distensión abdominal empezó a producirse en cualquier momento del mes, sin necesidad de coincidir con los días de la regla. Un vientre claramente abultado venía acompañado de una sensación de hinchazón y pesadez muy molesta y recurrente, que empeoraba durante la menstruación.
Con el paso de los meses (y tras haberme realizado varias pruebas de intolerancias alimenticias e inflamación intestinal que salieron negativas) fui aprendiendo el patrón de los síntomas que presentaba y, a pesar de los resultados negativos y las consultas en los que mis comentarios sobre la regla no se tenían en cuenta como origen del malestar, era obvio que tener la tripa como una embarazada de dos meses no era normal. Tampoco lo era tener que ir a urgencias un par de veces en menos de cuatro meses, por un dolor de ovarios que me dejaba doblada en la cama durante horas, aun sin estar menstruando. Otros síntomas que coinciden con la endometriosis están relacionados con el malestar intestinal, dolor en las relaciones sexuales o en determinados momentos durante el sexo, problemas a la hora de hacer pis o daño en la zona pélvica tras ir al baño.
Cuando tienes endometriosis, una ecografía vaginal revelará quistes ováricos que la ginecóloga podrá reconocer. Además, para mayor seguridad, una analítica de sangre en la que se analicen marcadores tumorales (CA-125) podría reflejar unos valores ligeramente elevados. Así es cómo, después de muchos meses tocando puertas, di con una en la que comenzaron a poner nombre a aquello que estaba condicionando mi vida.
Endome... ¿qué? En el ámbito de la salud, también existe un sesgo de género
La solución a la endometriosis no es sencilla, pero pasa por encontrar una buena profesional con perspectiva de género que te escuche, tenga en cuenta tus preferencias a la hora de pautar un tratamiento y sepa cómo abordar la enfermedad con enfoque global. Aunque no siempre es sencillo, sobre todo cuando no encuentras respuestas, tenemos que escucharnos y reconocer cómo nos habla nuestro cuerpo para insistir cuando sabemos que algo no va bien, aunque en una de tus primeras visitas a Urgencias te hagan una ecografía vaginal (de menos de 2 minutos) y te aseguren que “lo único que te pasa es que va a bajarte pronto la regla”, mandándote a casa con ibuprofeno para combatir la dismenorrea.
En cuanto a la solución definitiva de la endometriosis, lo cierto es que la tendencia es muy conservadora porque la probabilidad de que los quistes eliminados mediante cirugía vuelvan a aparecer es muy alta y, por otro lado, la eliminación de los ovarios suele ser la última opción. Puede sonar a tópico, pero un estilo de vida saludable puede ayudar mucho. En mi caso, ciertas pautas de alimentación antiinflamatoria y realizar ejercicio físico regularmente han marcado un antes y un después en el momento crítico que atravesaba. Aunque no todos los ciclos son iguales y los síntomas no desaparecen, los episodios de dolor incapacitante han disminuido y la distensión abdominal es algo menos recurrente. Puedo decir que, en líneas generales, me siento mejor, aunque mis quistes no han dejado de crecer, por lo que tengo que tener un seguimiento más continuado para controlar su evolución y el CA-125, ya que, por muy poco atractiva que resulte la idea, en ocasiones se recomienda iniciar un tratamiento hormonal con anticonceptivos.
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