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MOMENTOS DE REFLEXIÓN / Innovación y cambio Social
Opinión de Nieves Sánchez Guitián

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Innovación y cambio Social

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Como dijo Steve Jobs “La innovación es lo que distingue a los líderes de los seguidores”. La innovación se ha convertido en la piedra angular del cambio. Y ha acompañado al desarrollo humano, dado que “innovar o morir” ha sido frase que nos decimos muchas personas todos los días.

Pero el concepto de innovación que ha primado más durante las pasadas décadas ha sido el relacionado con las empresas industriales o de producción, que han buscado en la innovación mayor rentabilidad, competitividad y eficiencia. Sin embargo, la innovación en el sector público actúa como promotor, incentivando mejoras basadas en avances científicos y tecnológicos, y aportando conocimiento nuevo que permita a su vez nuevas aplicaciones en el sector privado. Pero, además, busca dar mejores servicios a la ciudadanía y, a fin de cuentas, mejorar su calidad de vida, sin que ello se vea condicionado por el lugar donde se resida o donde se haya nacido.

La pandemia ha puesto a la innovación pública como instrumento de primer nivel para lograr el progreso y avanzar hacia la igualdad. La educación está recibiendo un importante chute de innovación, y quizás ésta haya venido para quedarse. Es decir, para cambiar nuestra cultura por otra más dispuesta a arriesgar con tal de conseguir avances. En el ámbito médico vemos que ocurre lo mismo. Nuevas aplicaciones nos acercan hacia la medicina, reducen los errores humanos y consiguen actuar con mayor eficiencia en la prevención al reducir tiempos y acercar el paciente al sanitario.

Por eso, reducir la brecha digital es clave, pues de ello dependerá en gran medida la reducción de desigualdades. Ninguna persona, hombre o mujer, y sobre todo ningún joven, debe quedar al margen del sistema de innovación que España está ya poniendo en marcha. Esa generación se debe formar toda ella en la cultura innovadora para que toda nuestra sociedad pueda progresar. Y todo ese sistema en su conjunto nos permitirá encajar el rompecabezas de la sostenibilidad con la equidad, y todo ello con mayores cotas de libertad (vivir donde quieras, comunicarte con quien quieras). Quizás incluso, como utopía, consigamos desterrar en nuestro país una economía especulativa que nos continúa quitando derechos (véase la vivienda), y sustituirla por otra que esté basada en el valor real de las cosas.

Pero todo eso necesita como ingrediente esencial la innovación. En todas las administraciones debemos mejorar la calidad institucional, por ejemplo, a través de la transparencia que cobra múltiples formas (mayor accesibilidad a la información, publicación de informes, transferencia de resultados de I+D+i, suministro de datos en tiempo real, big data, etc.). Poner toda esa ingente cantidad de información a disposición de las empresas y de la ciudadanía es fuente de creación de valor. Nuestro país valdrá más (los inversores querrán venir con sus divisas) en la medida en que nuestras administraciones públicas aporten todo ese caudal de conocimiento que se vaya generando.

Con innovación pública este país va a cambiar mucho

Pero, además, la innovación es también palanca del cambio en la gestión social. La visión colectiva de las políticas sociales, y mirando al largo plazo, es fundamental si queremos realmente mejorar la resiliencia, esto es, la capacidad colectiva para adaptarse a los cambios que van a llegar. Para ello no debe menospreciarse ninguna herramienta científica que ayude a prevenir posibles escenarios y buscar soluciones a los nuevos problemas.

Avanzar hacia un modelo socialdemócrata en lugar del liberalismo a ultranza como modelo antagónico, no será ya una cuestión ideológica, sino que deberá ser un principio de gestión para que la sociedad actual pueda sobrevivir a sus propios riesgos. Tanto la ciencia como la ética pueden y deben contribuir a marcar el camino adecuado.

Los nuevos retos requieren de la combinación de conocimiento, participación ciudadana y educación como pilar fundamental. Las fronteras creadas artificialmente dejarán de tener sentido en el nuevo mundo de la innovación y el conocimiento con la herramienta telemática.

Se necesita más inversión en servicios preventivos o de intervención social temprana, pero también, una nueva gobernanza que entienda que la innovación permite abordar problemas con variables complejas, sin necesidad de separarlas para poder analizar cada problema de forma específica.

La garantía universal de los derechos sociales demanda unas políticas públicas capaces de dialogar e integrarse entre sí, con una imprescindible integración intersectorial, en torno a una finalidad conjunta: el bienestar de toda la sociedad.

De forma similar a un organismo vivo nuestros sistemas de atención social deben ser capaces de autorregular su propio funcionamiento, recibir de forma muy precisa la información sobre las tendencias globales, y también de las relaciones sociales en las comunidades, grupos e individuos.

Aunque aparentemente el 5G y la calidad democrática no tengan relación entre sí, el primero va a ser un gran instrumento para contribuir a mejorar esa interacción entre ciudanía e instituciones. Que las sintamos de verdad como nuestras será fundamental. Y si llegamos además a aportar valor en las mismas, será cuando de verdad formemos parte de ellas.

Con innovación pública este país va a cambiar mucho y será sin duda para cohesionarlo y crear una cultura solidaria y de un gran equipo de trabajo.

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