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Todos estamos de acuerdo en que la naturaleza está siendo sobreexplotada y que las consecuencias de estos excesos son nefastos. En lo que quizás ya no estemos tan de acuerdo es en quién es el sujeto responsable del cambio climático. Diversos medios de comunicación, políticos de todo signo y algunos de los que dicen ser expertos en la materia, generalizan y echan la culpa a la humanidad, en su conjunto, y se quedan tan tranquilos. Desde un punto de vista científico no hacen falta muchas más evidencias, la causa inmediata del cambio climático, y de la destrucción del planeta es la forma de transformar la materia prima, la manera de transportar los productos, etc., es decir, la forma de producción del modelo económico hegemónico.
Una minoría de la sociedad, y no así la humanidad, se hicieron millonarios con la extracción, refinado y comercialización del petróleo, como por ejemplo John D. Rockefeller, el gran explotador de esta materia prima desde 1870. En la actualidad, esa minoría social se pasea a 100 km de altura, emitiendo 100 veces más CO2 por pasajero que un vuelo comercial. O los que han acudido a la Cumbre de Glasgow en 400 jets privados. Estos mismos magnates y líderes mundiales son los que nos dicen que es necesario transformar la economía para salvar el planeta.
Llaman al consenso mundial para transformar, aunque quizás deberían decir reconvertir, la industria, su industria; pero claro, la palabra reconversión ya la utilizaron en la década de los 80 y 90, y está muy manida. Esos que no han dudado en despilfarrar y en contaminar, son los que nos llaman a la comprensión porque SU transformación incluye la destrucción de millones de puestos de trabajo.
Claro que hay que tomar medidas contra el cambio climático, pero verdaderas medidas que paren la degradación medioambiental, no las que están tomando ni a los ritmos que están proponiendo. El único criterio que parece prevalecer en las medidas que algunos dirigentes económicos, políticos y mediáticos proponen es cambiar de materias primas para continuar incrementando el beneficio empresarial... “Cambiemos algo para que todo siga igual “.
La Humanidad necesita una Transición Justa, que la sostenibilidad no sea sólo un eslogan
Veamos unos datos que nos da la publicación Nature Geoscience, en un artículo publicado en noviembre de 2013 (vol.6), bajo el título “Metales para una sociedad baja en carbón”, cuando compara el consumo de materiales de las instalaciones eólicas con las actuales tecnologías:
“A capacidad equivalente, las infraestructuras eólicas precisan hasta 15 veces más hormigón, 90 veces más aluminio y 50 veces más hierro, cobre y cristal”.
No somos negacionistas, pero no por ello tenemos que dejarnos llevar por la moda “ecologista” interesada y pagada por quienes anteponen su beneficio económico a la salud de los seres humanos y a la defensa de la naturaleza.
Del 31 octubre al 13 de este mes de noviembre, se ha celebrado la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), en Glasgow, en la que, además de líderes mundiales, han participado empresas como Iberdrola, entre otras muchas; tan preocupadas por lo que le pasa al planeta como por si podemos poner la calefacción, o la lavadora. De lo poco en lo que se han puesto de acuerdo ha sido en destinar, cada año, miles de millones de los contribuyentes de todos los países, a combatir el cambio climático. Y de lo poco que sabemos sobre qué significa para estos señores “combatir el cambio climático”, es que la transformación verde y digital va a costar millones de puestos de trabajo.
Tenemos un ejemplo, no muy lejano en el tiempo, de lo que significa dar dinero público a las empresas para que se saneen y aborden su transformación tecnológica: la banca. De los 60.000 millones de euros que se les entregaron, un 6% del PIB, han devuelto escasamente un 10%, pero, desde 2010, han vertido a la sociedad más de 120.000 puestos de trabajo destruidos y grandes dosis de exclusión financiera, con el cierre de más del 50% de las oficinas.
La Humanidad necesita una Transición Justa, que la sostenibilidad no sea sólo un eslogan, y que tenga tres aspectos fundamentales:
- Sostenibilidad Medioambiental.
- Sostenibilidad Económica, sabiendo que el incremento permanente del beneficio es insostenible.
- Sostenibilidad Social.
Teniendo en cuenta el momento en el que nos encontramos, la “Transición Verde”, debe poner en el centro de atención a los ciudadanos y muy particularmente a los trabajadores (hombres y mujeres en plano de igualdad) y a los jóvenes.
No podemos seguir con unos costes energéticos de transición que se convierten en un lastre para la mayoría y negocio para los de siempre. No se pueden repetir anteriores cambios sociales perjudiciales, originados como consecuencia de Revoluciones Industriales que lejos de mejorar los medios y condiciones de vida de los trabajadores, empeoraron y crearon modelos políticos injustos y antidemocráticos que sólo el movimiento obrero pudo conjurar tras dos guerras mundiales.
Los cambios no pueden ser repentinos, sino graduales, con grandes inversiones públicas en investigación y ciencia, lo que nos permitiria tomar decisiones democráticas en un sentido progresista y social; es por ello que consideramos necesario e imprescindible, establecer un nuevo PACTO SOCIAL.
Los ciudadanos, los trabajadores no podemos pagar las consecuencias de un modelo económico que ha causado semejante problema, una gravísima crisis climática, unas cada vez más frecuentes crisis económicas y que ha hecho aguas ante la crisis sanitaria de la que aún no hemos salido.
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