Mamá, mamá, entiéndelo,
solo jugar quiero yo.
Mamá, mamá, hazme caso,
no quiero estudiar hasta el ocaso.
Mamá, mamá, hace un gran día,
quiero salir y no estudiar la teoría.
Ay, hijo, hijo, hijito querido,
sé que estás muy aburrido
pero hijo, hijo, hijito mío,
no te sabes la lección y fuera hace frío.
¿Pero sabes qué, hijo mío?
Cuando acabes te contaré un cuento
y juntos, viajaremos en un navío
descubriendo mundos perfectos.
Y puedo hacerte la promesa,
de visitar juntos un gran castillo,
y salvar a una princesa
O ¿por qué no? a un chiquillo.
Y ya cuando la oscuridad amenace
te arroparé con mis sábanas de encaje.
En la mejilla un beso te daré
Y durante la noche te abrazaré.
Vale mamá,
voy corriendo a estudiar
para, cuanto antes, poder acabar
¡y que más historias me puedas contar!
El día de la madre es un día de fiesta en el que el amor está presente por encima de todo
Las madres son unas de las personas más importantes de nuestras vidas. Son esa luz que te ilumina cuando todo está oscuro o esa brújula que te indica el camino correcto cuando estás completamente perdido. Por eso el primer domingo de mayo es un día tan esperado por todos para poder hacer un homenaje a nuestras madres.
Son muchas las virtudes que pueden destacarse de ellas (cada una tiene las suyas). Desde la capacidad de relatar increíbles historias o el talento para preparar comidas dignas del mejor chef hasta la virtud de la paciencia infinita y esa especial habilidad para adivinar en cada momento qué nos ocurre. Pero sean cuales sean sus aptitudes, todas tienen algo en común: viven por y para la felicidad de sus seres queridos.
El día de la madre es un día de fiesta en el que el amor está presente por encima de todo.
El día de antes, las tiendas abarrotan de familias apresuradas que van de un lado a otro buscando el mejor regalo posible.
Al día siguiente, las madres reciben con ilusión un rico desayuno, unas veces en la cama y otras en la mesa, con todos reunidos. Y antes de que les demos el regalo ya están con una sonrisa de oreja a oreja agradeciendo que les hayamos comprado cualquier cosa, cuando en realidad somos nosotros los que les debemos agradecer la vida, los que les debemos agradecer estar siempre ahí, los que les debemos agradecer el cariño que nos ha brindado, los consejos que nos han hecho ser mejores, los abrazos y los besos en momentos difíciles, el amor incondicional…
Les debemos todo y parece que solo somos conscientes de ello el Día de la Madre, cuando, en realidad, todos los días deberían ser Días de la Madre y, aun así, nunca conseguiríamos ponernos a su altura.
Por eso y por todo vuestro esfuerzo, trabajo, dedicación, cariño y comprensión, quería aprovechar mi artículo este mes de mayo para daros las gracias y desear que, a partir de ahora, todos los días del año vuestros hijos se esfuercen en trataros tan bien como lo hacen el Día de la Madre.