En estos tiempos convulsivos con los que bregamos a diario
donde cada día que amanece nos desayunamos,
con un sobresalto debido a otra penosa noticia económica.
Si yo fuera político en este país sentiría vergüenza ajena
de ver como a diario nos cuentan los de arriba,
que es más importante la filiación a la que pertenezcas,
que llevarte a la boca un trozo de pan o un zumo de pera.
<7p> Si yo fuera político sentiría vergüenza ajena
al descubrir que la mitad del pueblo incluso trabajando,
ni de coña llega a final de mes y mucho menos les da su salario
para solventar el caro alquiler o pagar la hipoteca.
Si yo fuera político se me abrirían las carnes al saber,
que un tanto por ciento alto de la ciudadanía,
sobrevive medio a oscuras por no poder alumbrarse
y tiene complicado calentarse en invierno y refrescarse en verano
y aún más todavía si se trata de llenar el depósito, de su utilitario.
Dicen los de arriba que seamos ecológicos y vayamos en patinete al trabajo
y que para calentarnos o enfriarnos usemos mecheros o abanicos de mano.
Que no debe importarnos si ellos, aún viviendo a dos calles del congreso
van en coche oficial de cien mil euros acompañados de chofer,
pues a quienes les preguntan sobre tal despropósito
salen con la excusa de que lo sienten mucho,
pero que el coche va con el cargo y que no deben rechazarlo,
para no hacer de menos a otros compañeros.
Los más avispados salen con el cuento, de que se lo impone Europa,
pues si por ellos fuese irían a los mítines o al despacho
siempre andando y a pecho descubierto,
para atender cualquier problema que a pie de calle,
les plantease cualquier ciudadano y así poder resolverlo.
Si yo fuera político sentiría vergüenza ajena
si viese a diario como los servicios de la administración pública,
no funcionan ni a medio gas ni siquiera a pedales
y se me abrirían las carnes al enterarme por poner un ejemplo,
que para solicitar un permiso de maternidad o cualquier otro trámite,
a doscientos kilómetros de distancia haya que desplazarse
o que para solicitar una cita médica telefónica o presencial,
den como mínimo y con suerte, plazo… para una semana.
Pero tal vez, pobrecitos, no nos ponemos en su piel
Si yo fuera político sentiría vergüenza si para cobrar el paro
o ponerme en contacto con el Inss o cualquier otro estamento,
me tengo que levantar a las dos de la madrugada
y me lleva quince días de angustia conseguir entrar en su página.
Si yo fuera político me daría vergüenza ver como el ciudadano
pasa calamidades y penurias semana tras semana,
pues para llenar la despensa necesita el doble de salario
o buscarse como loco un segundo trabajo.
Pero tal vez, pobrecitos, no nos ponemos en su piel.
Pues hay que ver lo que sufren y lo que se calientan el coco
para intentar mantenerse en lo alto en futuras elecciones,
no vaya a ser que se les acabe el chollo,
y tengan que bajarse del mundo de Yupi en el que están morando.
Si yo fuera político, es posible que al final fuera como todos ellos,
que su mayor problema es que el mojito que pidieron
para disfrutar allá en la Bahamas o en la Conchinchina
este bien fresquito y la langosta o el caviar no sean congelados,
trayéndosela al pairo, que un porcentaje alto de paisanos,
con agua del grifo y cien gramos de pipas, se estén conformando.
Si yo fuera político dormiría tranquilo por las noches
sabiendo que a estas alturas está superclaro,
que los movimientos sociales, están dormitando
y nada ni nadie podrá arrebatarme el súper tinglado, v que cien mil listos como yo, tenemos montado.
Sobrevivir a costa de otros, pero vender nuestra imagen,
como si fuéramos el Mesías o apóstol…por siempre esperado.
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