La autoestima es una fiel compañera que nos acompaña en cada paso que damos, seamos o no conscientes de ella. Su desarrollo se da inevitablemente en sociedad y por tanto se entiende como un fenómeno actitudinal influido por fuerzas sociales y culturales, lo que hace que desde las etapas más tempranas esta se desarrolle, en gran parte, en términos de comparación.
En este espacio la atención se centra en cómo influyen los trastornos de los sonidos, también conocidos como dislalias, en la autoestima de los niños, haciendo referencia a la presencia o ausencia de conciencia social tanto en las etapas más tempranas como durante toda la etapa primaria.
¿Cómo influye la conciencia social en la autoestima?
¿Cómo influye la conciencia social en la autoestima? Entendiendo la conciencia social como la percepción sobre el entorno y los primeros razonamientos sobre este, pasando por la elaboración de pensamientos hacia los grupos más cercanos y llegando hasta la formación de ideales más amplios, existen notables diferencias entre los niños de infantil, los primeros cursos de primaria y los últimos. Durante los primeros años y hablando en términos de razonamiento social, los niños no pueden hacer consciente su entorno ya que su cometido es observarlo e investigarlo intentando hacer asociaciones simples a las que ni siquiera pueden poner nombre, sin embargo, desde sus primeras entradas al lenguaje comienzan a adquirir gradualmente cierta conciencia quedando demostrada de diversas formas: preguntas de desconcierto, relatos sobre comentarios o actos entre compañeros, frustración por algo que no les sale igual que a los demás, etc. A estas edades no suelen ser conscientes de sus dificultades de articulación por ellos mismos y no se juzgan, es la corrección externa la que más poder tiene. En las primeras etapas de primaria empiezan a descubrir qué cosas se les dan bien y cuáles no, la comparación es inevitable y pueden sentirse inferiores. Por último, las últimas etapas de primaria, momento clave en la formación de pensamientos más amplios y en la autoevaluación principalmente física y de habilidades de todo tipo. En este momento, las dificultades de articulación pueden implicar una autoevaluación muy negativa, la acentuación de ciertos rasgos de personalidad como la tendencia a la evitación o la timidez, cierto rechazo social o incluso abusos verbales – emocionales por parte de otros.
Bien es cierto que nunca es sólo cuestión de la dificultad cualquiera que sea, todo influye. A tener en cuenta estarían otras variables como el temperamento previo del niño, el estilo educativo parental y la calidad del discurso familiar ante situaciones sociales tanto en cuanto a las explicaciones hacia el niño como a la resolución de problemas adultos. Una autoestima saludable es fundamental porque favorece un estado de bienestar general gracias a una valoración sana y cercana a la realidad de uno mismo y del entorno, y aunque el desarrollo de la autoestima es un proceso largo, es muy importante que se atiendan las necesidades emocionales de los niños a cualquier edad. Un gran avance psicoeducativo sería implementar talleres en todos los cursos de primaria para normalizar las diferencias tanto propias como ajenas, con lo que se pretendería lograr una autovaloración con pensamientos alejados de lo negativo y autocríticas más sanas que produzcan dicho bienestar general caracterizado por un buen estado de ánimo que da lugar a su vez a un buen estado motivacional imprescindible para conseguir metas y superar de forma saludable los fracasos.