La entrevista que encendió la polémica de las macrogranjas se publicó en el periódico británico The Guardian el pasado 26 de diciembre, no obstante, dos semanas después, las palabras del Ministro de Consumo siguen provocando acalorados debates en el sector político. Sin posicionarnos, damos respuesta a algunas de las principales preguntas sobre estas polémicas explotaciones ganaderas.
No hay un número exacto de animales establecido a partir del cual una explotación ganadera se convierte en "macrogranja", pero sí existen elementos comunes que las diferencian de otras formas de ganadería. Se podría decir que una macrogranja es toda aquella instalación ganadera que guarda en su interior a decenas, o cientos, de animales, confinados que no salen al aire libre a pastar y a los que alimentan a base de pienso.
En la actualidad en España contamos con un total de 7.100 complejos para producir carne de manera industrial, del que el 53% corresponde a la ganadería avícola y porcina, mientras que el resto corresponde a la bovina, que también produce leche. Las comunidades donde hay más de estas son Cataluña, Castilla y León y Castilla-La Mancha.
Depende de a quién se pregunte, pero si hablamos a nivel científico y de salud pública, la respuesta es un rotundo sí. Las macrogranjas son uno de los mayores contaminantes del ecosistema donde se instalan, ya que para poder limpiar la multitud de excrementos que producen estos animales encerrados, se van depositando en balsas de agua cercanas a las instalaciones, que van depositando nitratos en el subsuelo y que contaminan los acuíferos subterráneos de los que beben tanto animales como personas. Según un estudio europeo, 7 de cada 10 acuíferos de Cataluña está contaminado por la alta producción de carne de cerdo.
De hecho, la propia Bruselas tiene denunciada a España por incumplir la llamada Directiva de Nitratos, la cual establece que para evitar el vertido excesivo de estas sales tan perjudiciales, se deben establecer zonas alejadas de las poblaciones donde se controlen y eliminen. No obstante, en nuestro país todavía hay muchas macrogranjas que se encuentran muy cerca de poblaciones, muchas de las cuales ya no pueden beber el agua del grifo.
Algo que choca frontalmente con la creencia extendida de que estas explotaciones ganaderas "generan trabajo y atajan la despoblación" pues después de años soportando el mal olor de los animales, la ata presencia de insectos y la contaminación del agua, muchas de las personas que viven junto a las macrogranjas acaban abandonando su hogar. Ya que tampoco generan una gran cantidad de puestos de trabajo, pues tener a los animales enclaustrados en grandes instalaciones permite ahorrarse personal que cuide de ellos.
Por otro lado, está la deforestación que esta industria genera en otros lugares del planeta que viven de la venta de grandes cantidades de pienso a estas explotaciones ganaderas.
Aunque desde la OMS no se ha propuesto directamente la eliminación de este tipo de ganadería intensiva, sí que lleva en su programa para atajar el cambio climático "la reducción del consumo de carne" lo que propiciaría que no fuese necesaria una industria tan grande para dar de comer a toda la población, a la que animan a que consuma más productos de la tierra como verduras y legumbres.
De hecho, en la propia Agenda 2030 del Gobierno, en la que se detallan diferentes Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), hay un apartado en el que se habla del "fomento de la ganadería extensiva" por encima de las macrogranjas, a las que incluso se plantea limitar el número de cabezas de ganado que podrían llegar a acumular. Unas 850 para la ganadería bovina.
En la propia Agenda 2030 del Gobierno, en la que se detallan diferentes Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), hay un apartado en el que se habla del "fomento de la ganadería extensiva"
Más allá de la polémica de las macrogranjas, lo que realmente pareció molestar al sector ganadero español fue que el Ministro aseguró que se exportaba "carne de mala calidad". Pero realmente lo que dijo fue: "la ganadería extensiva es sostenible. Lo que no lo es son las llamadas macrogranjas... que encuentran un pueblo despoblado de España donde meten a 4.000, 5.000 o 10.000 cabezas de ganado. Contaminan el suelo, contaminan el agua y exportan carne de peor calidad de estos animales maltratados".
Es decir, Garzón critica la mala calidad de la carne de las macrogranjas a la vez que alaba la buena calidad de aquellos que practican la ganadería extensiva. Pues es bastante obvio que el producto que pueda salir de un cerdo que vive hacinado junto a miles de sus congéneres sin poder moverse, sin salir al exterior, junto a lagunas de sus propios excrementos y alimentado únicamente con pienso hasta arriba de antibióticos para que nunca se ponga enfermo, siempre va a ser peor a la carne que pueda salir de un animal que pasta en el campo, se puede mover y que solo recibe medicación en los casos excepcionales en los que la necesite.
La lucha contra esta ganadería extensiva que, parece que se le ha ido de las manos a muchas administraciones, no es algo únicamente del Ministerio de Consumo pues, por ejemplo, en Holanda se ha creado un departamento específico dentro del Ministerio de Agricultura para vigilar y reducir el número de estas explotaciones en el país. Además, se ha creado un paquete de incentivos económicos para aquellos ganaderos que cierren por propia voluntad su macrogranja.
En Alemania, el recién estrenado Ministro de Agricultura, también ha asegurado que una de sus principales hojas de ruta va a ser fomentar la agricultura y ganadería sostenible para evitar que el país germano siga "exportando carne de muy baja calidad".
Pero no solo en Europa se están tomando medidas, sin ir más lejos, en Castilla-La Mancha se aprobaba ayer una moratoria para la instalación de más macrogranjas en la comunidad gobernada por García-Page (PSOE), uno de los más críticos con el Ministro Garzón. Otros pueblos, como Daimiel en Ciudad Real, han prohibido la instalación de esta industria en el terreno cercano a su municipio. El Ayuntamiento, gobernado por el PP, justifica esta decisión por su afán de proteger de la contaminación las Tablas de Daimiel, uno de los humedales más importantes del mundo.
Lo cierto es que las alternativas a las macrogranjas existen antes que ellas, pues no es otra que la llamada "ganadería extensiva" en la que los animales tienen la oportunidad de salir de los espacios cerrados y se alimentan, a parte de pienso, de lo que pastan y comen del campo. Eso sí, esta es mucho más cara de mantener y, por tanto, más cara de consumir, pero pone en la balanza el cuidado por el bienestar animal y la responsabilidad frente al cambio climático y el cuidado de la naturaleza y la biodiversidad.