La respuesta a la pregunta que os planteo en el titular está sostenida por un entramado muy complejo, pero podemos resumirla en una afirmación muy simple. Y es que, sencillamente, el sistema patriarcal sigue resistiéndose al cambio y ofrece una resistencia que se traduce, precisamente, en seguir utilizando sus tentáculos para sostener la relación de fuerzas prestablecida para poder ejercer el control sobre las mujeres y nuestros cuerpos.
En un momento en el que ese ‘todo llega y todo pasa’ se reproduce en bucle y a la velocidad de la luz a través de las redes sociales, no es complicado que el escándalo que hoy se convierte en noticia, mañana quede eclipsado por otras informaciones con las que ocurrirá lo mismo. Sin embargo, cuando hablamos de un peligro, de una alerta que amenaza, en este caso a las mujeres, esto supone un verdadero problema, ya que se corre el riesgo de que dejemos de sorprendernos, más allá de la reacción momentánea, cuando vemos cómo se está produciendo una oleada de pinchazos para abusar, agredir y violar a las mujeres cuando salimos de noche.
La sumisión química evoluciona. Cada vez más, nos encontramos diversas formas de anular nuestra voluntad para que los agresores sexuales puedan acceder a nuestros cuerpos con la comodidad de nuestro sometimiento. Mientras alzamos la voz, desde las calles, las asociaciones o las instituciones hay quienes se las ingenian para encontrar nuevos métodos con los que seguir reafirmando su masculinidad tóxica y sus privilegios, en detrimento de nuestros derechos y libertades. No es una moda, una noticia o un tuit viral. Se trata de una manifestación más del patriarcado y de una evidencia clara de que los espacios públicos no son seguros para las mujeres, porque se convierte, a menudo, en escenarios en el que nos agreden sexualmente.
Si, de por sí, esta realidad ya tiene la suficiente magnitud como para seguir trabajando contra el sistema patriarcal, cobra mayor dimensión si la ponemos en contexto, cuando llevamos días viendo como proliferan las voces de hombres que se unen en redes sociales para protestar contra la Ley del Solo Sí es Sí por considerar que les expone y les pone el peligro, por eso de que “ahora ya todo va a ser violación” y “vamos a tener que firmar un contrato para enrollarnos con una tía”, que, “además, puede ser una loca y denunciarnos para arruinarnos la vida”.
Lo cierto es que no estamos locas ni queremos acabar con la tranquilidad de ningún hombre. Simplemente, pedimos leyes que nos protejan, precisamente, de aquellos que se sienten tan inseguros porque haya un respaldo legal que garantice que ninguna mujer queda desprotegida ante una agresión sexual y que haga del consentimiento algo imprescindible.
Pedimos leyes que nos protejan de aquellos que se sienten inseguros porque haya un respaldo legal que ponga el consentimiento en el centro
###68825##