No suelo enfocarme en ver series muy nuevas porque me gusta que estén cerradas. Salvo, claro está, aquellas que empecé en 2016 y aún siguen lanzando temporada. Pero, por lo general, lo evito porque no llevo bien la espera de capítulos que, a veces, se alarga en años. Siento que pierdo ‘comba’ de lo que está pasando y se me desinflan las ganas. El otro día, estuve con mi sobrina y puso Netflix. Tiene 12 años, así que yo estaba expectante. ‘Riverdale’ era el nombre de la serie al que dio play y yo me quedé pensando: “Dios mío, una americanada para jóvenes hasta arriba de carga hormonal”. Está feo prejuzgar, pero quién no lo hace alguna vez. Para situaros, la historia que se cuenta es la de un pequeño pueblo que da nombre a la serie, aparentemente tranquilo, que destapa oscuros secretos a raíz del asesinato de un joven, hijo de la poderosa familia Blossom, la más rica del lugar.
Me puso la temporada 4, bien de spoiler, pero “bueno, total, no creo que la vea”. Según pasaban los minutos, dejaba de mirar el móvil y me quedaba prendada de la televisión. Poco a poco, me sentía como cuando ves Antena 3 un sábado por la tarde. Sabes que la película es malísima, hasta sabes cuál es el final, pero te quedas. Hay algo que te atrapa. Después, me he enterado de que está basada en los personajes de Archie Comics, y he empezado a comprender muchas cosas. Pero, desde la ignorancia absoluta, al principio, tuve esa sensación. Serie americana con prototipos de animadoras, jugadores de fútbol, jóvenes aislados por una infancia truculenta, chicas acomplejadas por un físico que no es normativo… lo que viene siendo un instituto USA. Lo que ocurre es que, según avanzaba la trama, ya no me pillaba solo de esa ‘fácil’ forma de entretener que tienen los estándares. Había algo más. Así que ‘desconecté’, dejé de digerir spoilers y me propuse verla desde cero, porque cumplía el mandamiento de la primera línea de este texto: es una serie cerrada. La (hasta dónde sé) última temporada se estrenó en febrero de 2021. En total, son 6.
Me he enterado de que está basada en los personajes de Archie Comics, y he empezado a comprender muchas cosas
Claro, comencé a verla a sabiendas de que contaba con el hándicap de haber empezado la casa por el tejado. Pero, pese a saber detalles bastante relevantes (no solo por lo poco que vi en Netflix, sino por las explicaciones de mi querida compañera de sofá), me he terminado la primera temporada en cuestión de tres días. Y estamos hablando de 13 capítulos de casi una hora de duración. Ya he alcanzado el 4 de la segunda. Sí, son temporadas muy largas para lo que, ahora, se consume en plataformas. Pero la estoy disfrutando tanto como cuando me vi ‘Lost’ del tirón (no la estoy comparando, que quede claro, solo comparo la duración). Sabes que va a ser un viaje largo, pero te sientas a saborearlo.
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He de reconocer que la primera mitad de la primera temporada no es impactante. Quiero decir, la estética de la serie es muy buena, lúgubre todo el tiempo, con ese halo misterioso que te mantiene inquieto. Pero es más una presentación de las familias y de los protagonistas que otra cosa. Y se agradece, también os digo, porque cuando hay tanto apellido de por medio se hace tedioso entender lo que pasa en el momento sin tener que parar a pensar un minuto. La marcha comienza, a mi entender, en la segunda mitad. Una vez conoces bien quién es quién, el ‘Cluedo’ que se monta lo dominas y eso te permite las sorpresas y las manos en la cabeza cuando pasa algo inesperado. Yo, de hecho, he tenido menos de esos momentos por todos los spoilers que, como os he dicho, ya sé. Si vas a ciegas, creedme, flipas un poco.
No puedo contar mucho más, porque de 6 temporadas no llevo ni la mitad, pero sí puedo deciros que es una serie cómoda, de las que si te levantas a beber agua no pasa nada y cuando vuelves sigues enganchado. También son necesarias, no todo va a ser ponerse palillos en los ojos y no poder ni respirar para no perder cancha. Ya lo he dicho, pero lo repito: está en Netflix. Y, por favor, permitíos volver al instituto o, al menos, a la edad ‘del pavo’ para que podáis sentir esas emociones tan intensas. Para bien, y para mal, claro.