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Todas hemos sido putas alguna vez, aunque no hayamos cobrado a cambio de sexo
Al escuchar las palabras con las que Zahara respondía a las críticas de la ultraderecha, nos hemos sentido más cerca unas de otras
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En mi última columna decía que hay quienes nos señalan como ‘putas’ y ‘maricones’ para, después, matarnos por serlo. Varias semanas después, la extrema derecha ha utilizado su dedo acusador para apuntar hacia una artista del panorama nacional, consiguiendo que un ayuntamiento elimine el cartel en el que se anunciaba su próximo concierto.

Sí. Estoy hablando de Zahara, que no ha recibido ninguna paliza, pero ha tenido que hacer frente a una situación que hemos vivido todas, en mayor o menor grado. Desde las instituciones, el binomio de la ultraderecha y el patriarcado ha tirado la primera piedra de una avalancha de críticas y juicios que ha terminado con la censura de un cartel que, para quienes nos quieren sometidas, se traduce en un acto de rebeldía que amenaza los cimientos del sistema que los sostiene.

Sobre una banda azul, bordada en hilo dorado, la palabra ‘puta’ luce en la banda que lleva Zahara colgada en el cartel de la discordia, en la que aparece sosteniendo a un bebé y mirando al frente, seria, con una corona de oro. Quizás, lo más riguroso sería preguntarle a Vox y sus acólitos qué es lo que verdaderamente les molesta de esta imagen, pero me atrevo a decir que la razón de su disgusto no es que la compositora “ofende extremamente a la virgen” por su similitud con la iconografía religiosa, sino que una mujer se apropie del término que el machista utiliza cada vez que quiere humillarnos.

Hemos sido la zorra que dejó a aquel buen chaval con el que ya no quería estar, la guarra que se ha acostado con demasiados hombres, la ‘suelta’ del instituto

Todas hemos sido putas alguna vez, aunque no hayamos cobrado a cambio de sexo. Hemos sido la zorra que dejó a aquel buen chaval con el que ya no quería estar, la guarra que se ha acostado con demasiados hombres, la ‘suelta’ del instituto a la que se le marcaban los pezones en la camiseta de tirantes… ese ‘zorrón’ que te rechaza en el libre ejercicio de su derecho a decirte que no, aunque después elija revolcarse con cualquier otra persona que se cruce en su camino esa misma noche.

Si alguna no lo había percibido así todavía, supongo que después de escuchar las palabras con las que Zahara respondía a esta polémica sobre el escenario, todas nos hemos sentido un poco más cerca. Nos hemos abrazado en los rincones de esos lugares comunes a los que no pensamos regresar jamás, pero también hemos podido reencontrarnos con nosotras mismas en cada una de esas veces que han intentado convertir en un insulto cualquier palabra que sirviese para seguir sometiéndonos desde la culpa y frenar nuestro empoderamiento como mujeres.

Nos habéis robado mucho, pero, ahora, las palabras que usáis como armas contra nosotras son nuestras y el tiempo que viene, también.

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