El 2020 ha quedado atrás como uno de los años más convulsos de la historia, donde la pandemia del Covid ha generado una desolación en nuestro país solo superada por la ocurrida durante la guerra civil española. A pesar de ello nos hemos mantenido fuertes, celebrando en la distancia las navidades más atípicas que se recuerdan. 2020 también se recordará por haber sido el año de la unidad y los aplausos, pero también de la confrontación y las cacerolas. Desde esta humilde tribuna me gustaría proponer a la clase política de la que formo parte un 2021 lleno de trabajo, donde demostremos que los poderes públicos deben ser los primeros en tirar de carro, ofreciendo esperanza y dejando a un lado el conflicto para dar paso al diálogo y al consenso que tantas virtudes han traído a la democracia española. Todo ello pasa por hacer oposición leal y constructiva, pero también por admitir por parte de los Gobiernos la fundamental labor de fiscalización, y en ocasiones la crítica, que realizamos.