Si me hubieran hablado de este número hace muchos años, cuando yo daba mis primeros pasos en el mundo del periodismo, lo habría relacionado con el disco de un cantante italiano que por aquel entonces estaba muy de moda -y que a mí me encantaba-, al que tuve la suerte de entrevistar. Pero, a día de hoy, este número me gusta bastante menos.
111 son los días que ha durado la legislatura más corta de la historia de nuestra democracia. 111 días en los que hemos visto acercamientos, alejamientos, pactos, amagos de pacto, que ahora sí, que ahora no. Y al final, aquí estamos, con la vista puesta en unas nuevas elecciones dentro de unas semanas, las segundas desde diciembre. Lo que a muchos nos podía parecer increíble, es hoy una realidad. La voluntad popular que se reflejó en las urnas ha servido de poco a nuestros políticos, porque no han sido capaces de llegar a un acuerdo que supusiera la estabilidad necesaria para sacar adelante esta legislatura. Ni “la casta” ni los nuevos partidos han sabido acatar el mandato de la ciudadanía, y ahora nos toca volver a votar.
Y volver a la campaña, esa que parece no haber parado desde diciembre del año pasado. Ahora toca ver si los partidos vuelven a ofrecer lo mismo (ya que los candidatos no han cambiado), si lo hablado en los últimos seis meses varía en algo el sentido de sus propuestas, si los líderes de los partidos se atreven a debatir. Tienen tan reciente la campaña anterior que deberían aprender de sus errores y no repetirlos. Pero yo no apuesto ni un euro a que esto sea así. Los políticos en la calle, esa que algunos solo pisan cuando toca convencer a la gente. O subidos a un banco dando un discurso para la historia. O llenando polideportivos, o plazas de toros. Pero, ¿tiene ganas la gente de volver a ver otra vez a lo mismo?
Y si fuera así, ¿qué hace pensar a los políticos que nosotros vamos a cambiar nuestro voto? Si ellos no han cambiado, ¿hemos de hacerlo nosotros? Un amigo reflexionaba un día, y con mucha razón: y si todos los españoles votasen lo mismo que en diciembre, ¿serán los políticos capaces de llegar a un acuerdo en esta ocasión? Es muy probable que esto no pase, que los últimos meses pasen factura, para bien o para mal, en el resultado que obtengan los partidos. No en vano, esos acercamientos finalmente fallidos, o las negativas a apoyar a otros partidos, o las nuevas alianzas que puedan formarse de cara al 26 J, hagan que algunos cambien su voto. La cuestión es si esto será suficiente para que un partido saque la mayoría suficiente para gobernar, o si habrá ‘sorpasso’ y alguno de los dos grandes partidos quede relegado a un tercer puesto que deje K.O. al bipartidismo.
Para comprobarlo habrá que esperar. Pero prefiero hacerlo escuchando música, volviendo a mis orígenes, rescatando al cantante italiano que, aunque siempre canta lo mismo, no me aburro al escucharle.