“Esta aventura ha sido de las buenas, para recordar toda la vida”, dice Juan Félix Bravo tras llegar de Barcelona. Está pasando unos días en su Fuenlabrada natal, más bronceado de lo habitual y con la adrenalina aún presente. Sonríe al recordar cada etapa de la I Vuelta Ibérica en moto de agua, un reto duro, en el que ha tenido que navegar durante 15 largos días desde Irún hasta Portbou, un municipio situado en la comarca del Alto Ampurdán, en Cataluña.
Lo hacía por una buena causa: recaudar dinero para la Asociación MenTEAzul de Fuenlabrada y para la Fundación EcoMar, encargada de cuidar nuestras playas y mares. La motivación que te aporta enfrentarte a un proyecto de esta magnitud sabiendo que lo haces por personas que necesitan tu ayuda, ha sido más fuerte que el viento o las olas, los principales rivales de Juan Félix en esta aventura.
Incluso, en Barcelona, llegó a recordar, en el agua, las dunas que se encontró en el Dakar: “antes de llegar al puerto de Barcelona, había un oleaje tan raro que parecía que subías y bajabas dunas. No me había pasado nunca”. En la Vuelta estaba solo, acompañado por una moto de pesca que le ha hecho la prueba más llevadera.
A pesar de ser Campeón Mundial de Motonáutica y ‘finisher’ en el Dakar de este 2019, el madrileño afrontaba la Vuelta Ibérica con el respeto que supone un desafío nunca antes completado. “La etapa más dura”, reconoce, “fue la que viví de Vivero a Espasante, donde hice 52 kilómetros. Me tuve que parar por meteorología, pero no por nubes y tormentas, sino por viento y olas. Y por frío”.
Sin embargo, y como le ocurre en todos sus proyectos, guardará en su memoria imágenes irrepetibles, como las que le dejó Portimao, en Portugal: “me parece un espectáculo de ver y os lo recomiendo. Hay un montón de cuevas, fue un momento divertido, porque no me cansé en ese trayecto y, sobre todo,porque fue muy bonito. Desde el Cabo San Vicente hasta Portimao es precioso”.
La etapa más dura fue la que viví de Vivero a Espasante, donde hice 52 kilómetros. No por nubes y tormentas, sino por viento y olas. Y por frío
Del viaje se queda con la espina clavada de no haber podido recaudar más dinero para las dos asociaciones. Confía en que las donaciones sigan llegando a sus cuentas, permitiendo que puedan realizar la labor que desempeñan desde hace años. Mientras tanto, Juan Félix Bravo continuará por su camino, sumando retos a su palmarés.
El próximo objetivo parece claro: el Dakar 2020 se ha colado en el radar del madrileño, que volverá a competir, si nada se tuerce -dinero mediante-, con el FN Speed Team. “Me hace muy feliz el poder ayudar a un equipo que el año pasado me dio la oportunidad de poder correr y terminarlo”, explica Juan Félix.
Pero no es el único proyecto que tiene en mente el deportista fuenlabreño. “Hay otro reto que es hermanar el Meridiano de Greenwich de Londres, con el mismo meridiano de Greenwich de Altea. Posiblemente lo hagamos en junio del año que viene”. Otro proyecto encima de su moto de agua, otro reto en el que se embarcará para no perder, nunca, la sensación de adrenalina que aporta el deporte. Antes, podría llegar una sorpresa planetaria, pero habrá que esperar. Como dirían en las buenas películas: “continuará”.