Luis Miguel Lastra, @luismolastra
Quedan apenas unos días para que volvamos a vernos las caras con las urnas. En apenas un año, vamos a tener que acudir al colegio de nuestro barrio para votar en tres ocasiones. La primera vez lo hicimos hace un año para elegir a nuestro alcalde y al presidente de la Comunidad Autónoma. Después, antes de tomarnos las uvas, fuimos a elegir al presidente del Gobierno con un resultado aparentemente pésimo, ya que pese a que los ciudadanos habíamos hablado, no ha habido acuerdo entre los partidos políticos para formar un nuevo Gobierno. Porque no ha habido consenso votamos por tercera vez en doce meses en estas reelecciones —ya saben, por eso de repetir—. ¿Pero qué ha cambiado desde diciembre del año pasado para que nuestra decisión sea ahora distinta a la que tomamos entonces y surja un nuevo Congreso de los Diputados?
No han cambiado los candidatos para residir en La Moncloa. Mariano Rajoy, consciente de que no ha hecho nada mal ni peor, repite como líder del Partido Popular. El casi investido Pedro Sánchez, con el grupo Socialista a la deriva, también repite. Y los nuevos, los que iban a cambiar la forma de hacer política repiten como cabezas de lista. Está claro que ni Albert Rivera ni Pablo Iglesias han hecho nada mal. No lo saben ustedes, pero en política debe ser al revés que en el colegio, cuando repites curso es porque te lo has currado.
Tampoco se han modificado los programas, de momento, tampoco hemos oído medidas que vayan a provocar cambios profundos en nuestra sociedad, cambios que realmente necesitamos y que parece que pueden esperar unos meses más o unos años más.
Si no cambian las personas ni las propuestas, ¿por qué iba a variar el sentido del voto? No ha pasado demasiado tiempo para que la ciudadanía opine distinto. Y las encuestas parecen señalar que este cambio de opinión no se va a producir. PP y PSOE ya no logran el 50% de los votos, el bipartidismo ha muerto y han entrado en escena dos nuevas formaciones, Ciudadanos y Podemos. Pero esto ya lo sabíamos en diciembre.
Con este panorama, hay esperanza. Estos meses nos han servido para descubrir cuál es la forma de actuar de nuestros futuros gobernantes. Todos salían a ganar, pero ninguno a pactar. Se han retratado. Alguno que otro se ha ofrecido para ser vicepresidente de un futuro Gobierno a la valenciana y semanas más tarde dimitió de posible número 2 del gabinete. Otro ha tendido la mano para crear una gran coalición cuando el máximo impedimento para que se produzca es él mismo. Y un nuevo ingrediente se incorpora a la sopa política de junio: la coalición entre Izquierda Unida y Podemos, lo que podría provocar que el Partido Socialista perdiera por primera vez el liderazgo en la izquierda. Nada ha cambiado o todo ha cambiado.
Las decisiones que cada uno de nosotros tomamos son inseparables al momento en el que se producen. Nuestro pensamiento es fruto de las experiencias vividas y estos seis meses nos pueden haber ayudado a aclarar nuestras ideas. En caso contrario, siempre nos quedará que esta vez lleguen a un acuerdo.