MENÚ

San Valentín: los rincones más románticos del mundo
Este mes te proponemos las mejores ciudades para celebrar el amor
Fuenlabrada |

Roma, ciudad eterna

Sus calles llenas de historia y belleza componen el escenario perfecto para disfrutar de San Valentín. Roma es siempre un destino interesante y más un 14 de febrero. Algunos de sus tesoros y que suponen una parada imprescindible para los visitantes son de lo más románticos. Detenerse en la Fontana de Trevi y lanzar una moneda que guarda alguno de nuestros mayores deseos o colocar un candado en el puente Milvio, se convertirá en uno de esos recuerdos inolvidables.

Ni que decir tiene que no debemos perder la ocasión de visitar el Coliseo, la Piazza Navona y sus tres fuentes barrocas, el Foro Romano o sentarnos en las escalinatas de la Plaza España a degustar uno de los manjares made in Italia: el helado.

Coliseo de Roma, Italia

Además de paternos la ciudad capturando los monumentos de la capital italiana, conviene que nos dejemos embaucar por sus encantos. Una buena opción es el barrio Trastevere. Su aire bohemio, repleto de tiendas artesanales, tabernas y restaurantes suponen una parada imprescindible durante nuestro viaje. Y si aún nos quedan fuerzas, en el centro del barrio se encuentra la bonita Basílica de Santa María, otro de los lugares que no debes perderte.

Para los amantes del arte, los Museos Vaticanos poseen una de las colecciones más importantes del mundo.

Los contrastes de Santorini

Esta isla griega representa el romanticismo por excelencia. Playas exóticas, joyas arqueológicas, puestas de sol que enamoran, incluso un volcán activo, son los ingredientes que hacen de Santorini un lugar para no olvidar.

No hay mejor manera de empezar nuestro recorrido que en la playa. A tan solo 15 minutos de Akrotiri, se descubre uno de los paisajes más singulares de la isla: una playa de arena roja. Su belleza es incuestionable, aunque lo difícil será resistirnos a la hora de darnos un baño. No olvidemos que estamos en febrero.

Santorini, Grecia

La belleza de esta pequeña ínsula griega se contagia a su peculiar arquitectura. El pueblecito de Oia está catalogado como uno de los más bonitos del mundo y la razón es obvia. Sus pequeñas casas blancas e iglesias de techos azules invitan a que nos llevemos un recuerdo en forma de foto.

No olvidemos que Santorini es una isla volcánica, por lo que no debemos irnos sin hacer una pequeña excursión a la caldera. Atravesar el volcán y disfrutar de la panorámica de la ciudad y el mar.

Su capital, Thira, es el lugar idóneo para disfrutar de una preciosa puesta de sol que ponga el broche de oro a un viaje de ensueño.

 ¿Se os ocurre un plan mejor que descubrir estos lugares acompañados de vuestra pareja?

Dubrovnik, la perla del Adriático

En plena costa Dálmata surge una pintoresca ciudad amurallada, declarada Patrimonio de la Humanidad. Se trata de Dubrovnik. La ciudad está rodeada por una gran muralla que alberga un total de 16 torres y cobijan el casco viejo.

No podemos perdernos el puerto viejo, el que fuera el punto de intercambio cultural en la Edad Media ni el Palacio de Sponza, una construcción renacentista en la que actualmente se ubican los Archivos del Estado y la Sala Conmemorativa de los Defensores de Dubrovnik.

Dubrovnik, la perla del Adriático, Croacia

Esta pequeña y pintoresca urbe representa una estampa única. Atravesar la Puerta de Pile, sobre un puente levadiza, es el preludio a descubrir la encantadora ciudad medieval que se esconde tras la muralla. Si seguimos caminando nos topamos con la calle Stradun, eje principal de Dubrovnik. En esta calle están muchos de los edificios más importantes, como el Monasterio de Santo Domingo y la Fuente de Onofrio, la principal fuente del centro de la ciudad, hasta desembocar en la Plaza Luza.

Más allá de sus joyas arquitectónicas, recordemos que la que es considerada como la perla del Adriático, no es título baladí. Sus aguas cristalinas bañan la costa de Dubrovnik. Mientras disfrutamos de un día de playa, podremos contemplar la muralla. La playa de Gradska Plaza se encuentra a tan solo 10 minutos desde el casco viejo.

La magia de Budapest

Budapest es una de esas joyas aún por descubrir. Conocida como “La perla del Danubio”, su imponente arquitectura y la amabilidad de sus gentes hacen de la capital húngara uno de los rincones con más encanto de Europa. Imponentes edificios como el Parlamento o el Puente de las Cadenas se extienden a lo largo del Danubio, creando una panorámica excepcional de la ciudad. Un viaje para el recuerdo al que contribuirán sus míticos balnearios y artesanales pastelerías.

El Danubio separa la tradición que encarna Buda y la vanguardia del distrito financiero de Pest. Comenzaremos nuestra aventura atravesando el Puente de las Cadenas, custodiado por dos leones, que se han convertido en una de las señas de identidad de la ciudad. Al final del puente encontramos un funicular que nos subirá a la cima de Buda donde encontraremos el que fuera el Palacio Real de la Monarquía húngara (Castillo de Buda).

Actualmente el castillo alberga una biblioteca, la Galería Nacional Húngara y el Museo de Historia de Budapest. Además de las impresionantes vistas, el distrito más antiguo de Budapest lo completan el Bastión de los Pescadores y la Iglesia de Matías, coronada con un llamativo mosaico de colores.

Budapest, Hungría

Puede pensarse que, con tanta visita y museo, el viaje puede hacer un poco denso. Pero no os preocupéis, las múltiples pastelerías y balnearios nos ofrecen el descanso que todo buen viaje merece.

Uno de los mejores ejemplos es el Balneario Széchenyi, uno de los recintos termales más grandes de Europa. Un título que se ha ganado gracias a sus 15 piscinas, tres de las cuales se encuentran al aire libre. Tranquilos, el frío no es un impedimento, puesto que la temperatura del agua a 37 grados centígrados.