El Ayuntamiento de Madrid celebra el 80º aniversario del Centro de Acogida San Isidro (CASI) con la incorporación de una herramienta que supondrá un avance diferencial en el modelo de intervención: cerraduras electrónicas en las habitaciones que permitirán un acceso a demanda de los usuarios e impulsarán su autonomía. El alcalde, José Luis Martínez-Almeida, ha entregado este lunes una tarjeta de acceso simbólica a la directora del centro en el acto conmemorativo por sus ocho décadas de funcionamiento al servicio de personas en situación de vulnerabilidad.
Una situación contra la que se lucha en este centro, cuya esencia, según ha indicado hoy Almeida es, al igual que la de la propia ciudad de Madrid “dar acogida” a todas las personas que se encuentren en la calle, dando preferencia a las personas “en situación de mayor vulnerabilidad”, ya que “tener un techo y comida es el principio básico sobre el que se tiene que asentar toda vida y sobre el que se debe reconocer la dignidad humana”, a la vez que ha subrayado que “si hay un lugar donde brilla la dignidad humana, es en este centro de acogida”.
Asimismo, el alcalde ha asegurado que Madrid “es una ciudad que va a seguir en esta pulsión” como ha demostrado durante 80 años y ha garantizado la “continuidad institucional” de los diferentes gobiernos que “han hecho de Madrid una ciudad con unos servicios sociales que cumplen con el cometido de no dejar a nadie atrás”.
El Centro de Acogida San Isidro, integrado en la Red Municipal de Atención a Personas Sin Hogar, se ha consolidado a lo largo de su trayectoria como un recurso pionero en procesos de desinstitucionalización, apostando por espacios donde se fomenta la independencia de los usuarios o la flexibilidad de horarios. A partir de la próxima semana, se ahondará en este objetivo con la instalación de cerramientos electrónicos en los dormitorios para promocionar su autonomía y que se conviertan en su garantía de hogar.
La medida se enmarca en la Estrategia Dignitas 2022-2027, que pone el foco en asegurar la dignidad del individuo, dando cumplimiento al eje número 2 que establece la adaptación de los recursos y metodologías con el fin de crear espacios más personalizados. Entregar a los usuarios una tarjeta con la que podrán acceder a sus habitaciones a cualquier hora del día implica otorgarles confianza, pues se deja a su voluntad la decisión de cómo utilizar y cuidar algo tan íntimo como el propio cuarto, donde guardan las pertenencias que los conectan con su pasado y con la proyección de su futuro. De esta forma, se favorece la adopción de responsabilidades de las personas sin hogar en el pretendido camino hacia la vida autónoma.
El centro ha evolucionado de un modelo de cobertura de necesidades básicas a un recurso de atención individualizada, centrado en la recuperación de la autonomía personal
Usuarios y exusuarios del centro han ejercido como protagonistas del acto conmemorativo por los 80 años del CASI, que ha comenzado con la visita del alcalde a las instalaciones, acompañado por el delegado del Área de Políticas Sociales, Familia e Igualdad, José Fernández, y el concejal de Moncloa-Aravaca, Borja Fanjul, junto a responsables del área social del Ayuntamiento de seis mandatos diferentes.
Un residente los ha guiado en un recorrido por la historia de San Isidro a partir de la exposición de objetos representativos que evidencian su transformación. Entre ellos, se encuentran una insignia policial de los años 30 que recuerda la época de ‘represión de la mendicidad’; ficheros en papel con el expediente social de usuarios, que datan de la década de los 40 o una máquina de coser y calzado correspondiente a finales de los años 70, etapa en la que se impulsó la rehabilitación de las personas sin hogar a través de los talleres de oficios.
A continuación, Almeida y Ana Botella, exalcaldesa de la capital que también ostentó el cargo de concejala de Empleo y Servicios a la Ciudadanía entre 2003 y 2007, han entregado el primer premio del concurso de fotografía organizado por el aniversario, en el que han participado usuarios y profesionales del centro. José Fernández y la que fuera delegada del área, Lola Navarro, han hecho entrega del segundo premio y las también exdelegadas del área social del Ayuntamiento Marta Higueras, y Beatriz Elorriaga, del tercero.
Durante el evento se ha proyectado, además, una versión reducida del cortometraje ‘Casi invisibles’, creado por el periodista Mario González, que aborda la realidad del sinhogarismo y que relata la labor de intervención del Centro de Acogida San Isidro a través de las entrevistas que el autor ha realizado a usuarios y trabajadores del centro durante un año. Una pieza audiovisual que se estrenará esta tarde en el Centro de Arte Contemporáneo Condeduque.
Jesús Jiménez, exusuario del centro, ha puesto el broche final al acto con una actuación musical en la que ha interpretado la canción Vengo, una composición propia inspirada en su experiencia personal. Con estudios universitarios y músico de profesión, diversas circunstancias lo arrastraron al sinhogarismo. Gracias al trabajo de un equipo de calle fue derivado y acogido en San Isidro, al que sintió como su hogar durante tres años. Tras un exitoso proceso de tratamiento, concluyó su recuperación y en la actualidad tiene una vida autónoma en un piso donde ha retomado su vocación: la música con la que hoy ha deleitado a los presentes.
Un pasado como lavadero y taller de juguetes
El Ayuntamiento de Madrid adquirió en el año 1903 el terreno en el que se ubica el Centro de Acogida San Isidro. En un primer momento, lo habilitó como lavadero municipal y después, como depósito de agua para el Palacio Real. En plena posguerra, en un contexto de miseria, el Consistorio decidió abrir un albergue para acoger a las personas sin hogar. El CASI se inauguró oficialmente el 29 de marzo de 1943 y su gestión se encomendó a las Hijas de la Caridad.
En esta etapa, se aplicaron medidas represivas contra las personas en situación de calle, siguiendo lo pautado por la Ley de Vagos y Maleantes de 1933 y el acceso al recurso se ordenaba de forma forzosa y bajo custodia de agentes de la autoridad. Ya en 1975, el centro se convirtió en mixto tras acoger a las mujeres sin hogar residentes hasta entonces en el albergue de Santa María de la Cabeza y comenzó un periodo de cambios que culminó con el fin de las políticas represivas.
Empezó así una nueva etapa en la que se promovió la rehabilitación social de las personas sin hogar a través de los talleres de oficio como la sastrería, la carpintería o la elaboración de juguetes. De hecho, muchos de los que recibieron los niños en los años 70 fueron elaborados por las personas acogidas en San Isidro. En 1984, se acometió una importante remodelación del edificio por la que las habitaciones de 20 camas se sustituyeron por otras de cuatro y seis.
Los avances continuaron y en 2011, se efectuó otra reforma que dio como resultado una nueva reducción en el número de usuarios por dormitorio, creándose estancias de dos, tres y cuatro camas. En la actualidad, el CASI se compone de 88 habitaciones, incluyendo varias individuales y, en el marco de un programa de desinstitucionalización, dispone de plazas en pisos. En concreto, pone a disposición de los usuarios 243 plazas en régimen de centro de acogida, 25 en pensión y pisos y 60 más de centros de día.
De la mera protección a la recuperación de procesos vitales
El modelo de atención progresó acompasado a estos cambios estructurales, evolucionando desde una cultura paternalista en la que primaba la protección y la cobertura de las necesidades básicas a una intervención comprometida con los momentos vitales de cada persona y con la recuperación de las habilidades de autonomía personal y social necesarias para mejorar su calidad de vida.
Actualmente, en el CASI se dispensa una atención individualizada, centrada en la singularidad de la persona, partiendo de una valoración interdisciplinar con la que se obtiene un conocimiento profundo de sus circunstancias. La atención profesional la garantiza el completo equipo que allí trabaja, compuesto por 115 funcionarios con perfiles de médico, enfermero, trabajador social, terapeuta ocupacional, psicólogo, auxiliar de servicios sociales, cocinero, auxiliar administrativo y personal de oficios diversos, a los que se suman trabajadores de los servicios de limpieza, mantenimiento y vigilancia.
Junto a ellos, trabajan también de manera incesante seis hermanas de las Hijas de la Caridad y ofrecen, además, su colaboración los Voluntarios por Madrid y la entidad Nadie Solo. Todos ellos aportan en el camino de la recuperación de proyectos vitales de los usuarios, que se construyen en base a programas psicosociales y servicios sanitarios que posibilitan mejoras desde una perspectiva integral y entre los que figuran iniciativas de salud mental o de reducción del daño, algunos de la mano de la Comunidad de Madrid. Un amplio abanico de recursos que han convertido al Centro de Acogida San Isidro en un referente en la atención del sinhogarismo en Madrid.
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