El ‘nail art’ ha logrado erigirse como una de las industrias más en alza de la última década moviendo miles de millones de euros. El que fuera un cuidado cosmético reservado para ocasiones especiales se ha convertido en una tendencia que no distingue de género, edad o clase social. Las uñas se han convertido, sin lugar a dudas, en metáforas de poder y piezas de colección y reivindicación. Sin embargo, la tendencia de moda y última adicción de las ‘fashion victims’ ha desatado un huracán de críticas debido a la epidemia oculta tras las uñas permanentes.
Alergias, agrietamientos e incluso pérdida de las uñas son los efectos secundarios de las manicuras que arrasan este verano; no obstante, millares de mujeres a lo largo y ancho del globo siguen usándolas. Nadie parece percibir su verdadero riesgo ni coste: el que están pagando con su salud tanto manicuristas como usuarias. Los dermatólogos hablan de una “epidemia”, puesto que cada vez son más mujeres quienes llegan a sus consultas con los síntomas clásicos de lo que catalogan como “dermatitis alérgica de contacto por acrilatos”.
En cifras
En España, un estudio encabezado por las dermatólogas de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) María Elena Gatica y María Antonia Pastor Nieto, avanzado por Papel, ha documentado 101 casos de mujeres con esta alergia entre los años 2017 y 2018. Del informe se desprendía que un 70% de las afectadas eran manicuristas y un 30% usuarias. Y tú, ¿cuidas de tus manos?