Las restricciones del Plan para la transición hacia una nueva normalidad no contentan a las grandes superficies, que no podrán abrir hasta la fase 2 y cuando lo hagan -con suerte a finales de mayo- lo harán al 40% de su capacidad y con la prohibición de usar zonas comunes, nada de sentarse en el sofá a descansar, iremos tan solo a comprar.
Por ello El Corte Inglés ha extremado sus medidas de protección y seguridad frente a la enfermedad del COVID-19. Según ha podido saber Vozpópuli, los grandes almacenes instalarán cámaras que medirán la temperatura de los clientes que accedan a la gran superficie. Una medida que supera a las exigidas por el Gobierno.
Las cámaras termográficas miden la temperatura corporal del cuerpo humano a distancia y de un modo preciso. Algunas de las existentes en el mercado permiten analizar con gran precisión el gradiente térmico de hasta 30 personas situadas entre 6 y 9 metros de distancia.
También son capaces de mostrar de forma rápida si un individuo tiene fiebre, sin contacto físico y así detectar sujetos con temperatura corporal alta de una forma no invasiva.
Por otro lado, la empresa cuenta con un plan que incluye el control de la temperatura a empleados, control de aforo, realización de test rápidos para la plantilla y la eliminación de la chaqueta en el uniforme masculino. Además de las decretadas por el Gobierno.
Como recoge ‘ABC’, desde el sindicato Fasga, mayoritario dentro de la compañía, han valorado positivamente estas medidas y destacado que “están por encima de las exigidas por los organismos oficiales”. A la vez que han añadido que supervisarán su cumplimiento.