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A punto de cumplirse 4 meses desde la invasión rusa a Ucrania, hoy hablamos con uno de los taxistas que ha sido premiado por su labor de ayuda a los refugiados en ese conflicto.
Y es que, José Miguel, acompañado por más de 60 compañeros de la Federación Profesional del Taxi de Madrid (FPTM), decidieron a principios de marzo en una conversación matutina en el aeropuerto de Barajas que era el momento de aportar su granito de arena.
Una vez más, queda demostrado que hay una frase en particular en nuestro país que consigue, casi literalmente, mover montañas. "¿A que no hay narices?" fue el principio de lo que se acabaría por convertirse en un corredor humanitario que lograría no solo trasladar material necesario hasta el país en guerra en uno de los momentos más duros del conflicto, sino también traerse consigo a España a más de 130 personas que huían del terror que acechaba sus hogares.
De este modo, su forma de ayudar fue mediante sus herramientas de trabajo: los taxis. Tras redactar un post y gracias a la magia de los clicks, la propuesta se difundió como la espuma, y muchos compañeros quisieron sumarse a esta bonita iniciativa. También hubo aportaciones de "enseres, comida ropa o dinero para sufragar el gasto de ir hasta allí: casi 6.400 kilómetros".
La partida hacia Ucrania tuvo lugar un viernes. José Miguel nos traslada que salieron de Madrid "con ilusión, alegría y nuestros vehículos cargados", por eso, "el sueño no podía con nosotros. Estuvimos conduciendo durante toda la noche del viernes al sábado". Sin embargo, no olvidemos que estos profesionales del sector del taxi se estaban 'metiendo en la boca del lobo'. El destino era: la guerra.
Así, el sábado se encontraron con un escollo en el camino: "un bombazo que cayó justo donde íbamos a la frontera, a 25 kilómetros". Esto les hizo "parar y darle una vuelta realmente a la problemática que podría surgir si íbamos a esa parte de la frontera". La decisión que tomaron fue, finalmente, parar en Alemania y hacer noche, "y a la mañana siguiente partir a Varsovia", donde cambiaron de destino y reagruparon al resto de compañeros.
Ya en Varsovia quedaron con ONGS "a las que estaba llegando poco alimento y enseres", y "vimos la oportunidad de dejar los 25.000 kilos, hacer un pequeño descanso y, a la mañana siguiente, acercarnos al lugar donde estaban los refugiados". Sabemos de sobra que no es lo mismo contarlo que vivirlo, por eso, José Miguel nos hace una comparación para que tratemos de entender mejor lo que se encontraron al llegar: "como los pabellones de la Feria de Madrid. Exactamente igual".
La diferencia es que en las inmediaciones de la frontera con Ucrania, lo que veían los taxistas era "personas, niños, que igual pudiéramos ser nosotros mismos o nuestros hijos, salían cansados, sin comer... con caras de desconfianza ante lo que les estaba pasando". Por ello, se pusieron manos a la obra a llenar los 33 vehículos que conformaban este corredor humanitario.
Lo consiguieron. Y el viaje de vuelta a España, fue duro. Ya estaban en previo aviso de que el viaje de vuelta "era más complicado", debemos tener en cuenta que viajaban no solo con niños, sino también con personas mayores e, incluso, contaban con dos caravanas para personas enfermas o que requiriesen de ir tumbadas. Con todo, su regreso duró tres días.
Había que tener mucho estómago para entrar. Era una combinación de sentimientos, lo más parecido a una montaña rusa
La llegada a Madrid fue "alegría". José Miguel nos traslada cómo en plena madrugada, sobre las 01:00, "nos encontramos a miles de compañeros por las calles con sus luces verdes y los aplausos y vítores desde la entrada de la M-30 hasta la parroquia del Padre Ángel, que se hizo cargo del resto del operativo que habíamos montado. Fue muy emocionante. Las lágrimas se te venían a los ojos en muchas ocasiones".
Ante la pregunta de si en algún momento, por remoto que fuese y en medio de esta montaña rusa de emociones de la que nos hablaba, se habían planteado llegar a ser reconocidos por esta acción tan valiente y que, sin duda, demuestra una solidaridad y humanidad digna de felicitar, el taxista nos traslada de manera contundente un "Nunca. Nunca habíamos pensado en ello".
"Lo vamos a recoger con la máxima ilusión", apunta José Miguel; ya que nos cuenta cómo esta iniciativa del convoy humanitario encontró negativas por parte del Ayuntamiento de Madrid y de la Comunidad que "nos dieron con la puerta en la cara y nos echaron para atrás la posibilidad de cualquier tipo de ayuda".
"Hemos visto que ha tenido que ser la sociedad civil, a través de la Plataforma 'España Juntos Sumamos', la que reconozca el trabajo del taxi después de 110 años de historia de servicio público en Madrid. Estamos muy agradecidos por parte de todo el sector a nivel de toda España de este galardón".
Ante esta situación, nos traslada que "no vendría mal" un "tironcito de orejas" a las Administraciones, "para que se dieran cuenta de que, al final, lo que es la sociedad y las personas que están viviendo día a día cerca de ti, al final son los que sacan adelante ciertos proyectos tan importantes y humanitarios como este".
Así, ha querido agradecer y felicitar de nuevo a 'España Juntos Sumamos' este galardón, ya que para ellos supone "todo un detalle el reconocer el sector del taxi en los tiempos que, recordemos, está siendo maltratado por algunas Administraciones, para nosotros, es todo un orgullo".
José Miguel finaliza la entrevista con nosotros apuntando que el sector del taxi va a seguir siempre ahí "para seguir sumando y seguir estando cuando Madrid nos necesite, ahí estaremos y les ayudaremos como hemos hecho en cientos de ocasiones: atentados, Filomena, la pandemia... Cuantas más puertas cerradas nos encontramos de la Administración, más fuertes nos hacemos y más unidos vamos hacia delante".
"Donde haga falta nuestro sector, estaremos para prestar nuestra ayuda a cualquier ciudadano que lo necesite, como hacemos en el día a día"
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