La microbiota es un conjunto de microorganismos; bacterias, hongos, arqueas, parásitos y virus que se encuentran en diferentes zonas de nuestro cuerpo. En concreto, la microbiota del aparato digestivo es la mayor que hay en nuestro organismo.
Una persona puede tener 100 billones de microorganismos, y la composición y características de esta comunidad son propias de cada individuo, aunque hay un porcentaje de la microbiota que suele ser “común” en todas las personas.
Este conjunto de microorganismos, aunque no lo parezca, tiene influencia en la salud y en la enfermedad, e incluso en nuestro estado de ánimo. ¡Como los matrimonios!. Se considera vital su función, como si fuese “un órgano” por la incidencia que tiene en nuestra salud.
Parece no creíble que unos microorganismos en tu intestino puedan afectar a tu estado de ánimo. Pues sí. Las funciones de la microbiota son la defensa contra los microorganismos nocivos, la estimulación del sistema inmune, degrada las toxinas, facilita la absorción de minerales y permite la digestión de ciertos alimentos y sintetiza ciertas vitaminas esenciales y aminoácidos.
”Es importante fijarnos si compramos probióticos o algún producto que los contenga, que ponga ‘fermentos vivos’”
El estilo de vida que llevamos y donde vivimos, influye, pero lo que más influye en mantener la microbiota sana es la dieta alimenticia. Por un lado, están los probióticos que nos ayudan a cuidar la microbiota o a corregir su desequilibrio (disbiosis). Los podemos encontrar en alimentos ricos en bacterias o fermentados como el yogur, queso, kéfir, chucrut y la kombucha.
Los prebioticos son hidratos de carbono complejos que son fermentados en la parte final del tubo digestivo por las bacterias beneficiosas presentes en el colon. Son sustratos indispensables para ciertos microorganismos de la microbiota. Solo los podemos encontrar en los alimentos como por ejemplo; la alcachofa, esparrago, achicoria, legumbres, banana, patata, boniato, ajo, cebolla y puerro.