El pasado 26 de noviembre, sobre las 21.30 horas, tuvo lugar un hecho sobrecogedor en el distrito de Puente de Vallecas. Los agentes de seguridad de la ciudad acudieron al lugar de los hechos tras una llamada de la madre del joven de 21 años que se encontraba amenazando con un arma blanca a sus familiares, de forma muy violenta.
Kebyn, el joven, habría agredido a su hermano de un puñetazo y, posteriormente, comenzó a amenazar al resto de sus familiares. Se comenta que llevaba ya tres días con un claro estado de nerviosismo. Cuando los agentes se personaron en el lugar, subieron al domicilio con un escudo protector.
Allí, el joven de 21 años se habría abalanzado sobre los agentes y les habría atacado reiteradamente con un cuchillo, por lo que se vieron obligados a disparar en, al menos, 18 ocasiones para "salvar sus vidas".
Ahora, tres de los agentes de Policía Nacional se encuentran imputados por la muerte de este joven en el mismo rellano donde sucedieron los hechos. El cuerpo de Kebyn presentaba seis tiros diferentes.
Los policías apuntan que Kebyn no solo tenía "la mirada perdida", sino que también intentó acuchillar en varias ocasiones a los agentes. Cuando el cuarto de los agentes que acudió al lugar de los hechos accedió a la novena planta, donde se encontraba la vivienda, el fallecido ya se encontraría de rodillas ante las balas ya recibidas.
Los agentes habrían disparado, al menos, en 18 ocasiones al joven de 21 años
Si bien la familia de Kebyn apunta que "creen que los policías irrumpieron en su casa disparando", los agentes se defienden de las acusaciones con los ataques del joven, que acometía "una y otra vez contra el agente que llevaba escudo y se ofrecía en primer lugar", según apunta eldiario.es. Además, apuntan que les golpeó "muchas veces", llegando a perder uno de ellos las protecciones que portaba ante las acometidas.
Actualmente, el juzgado de instrucción nº 1 de Madrid mantiene sobre tres de los agentes la condición de investigados por un presunto delito de homicidio. El informe provisional del médico forense del juzgado concluye que "no hay disparos dirigidos a órganos vitales", por lo que todos habrían sido realizados frente a frente, y de pie.
Así, se añade que: "Cada uno de los disparos, por sí solos, probablemente no habrían causado el fallecimiento, al causar hemorragia de menor intensidad que podría, eventualmente, haber permitido una mayor supervivencia, y tratamiento quirúrgico hospitalario".
Los policías aseguran que, aunque trataron de taponarle las heridas, los sanitarios del SAMUR-PC no pudieron salvar la vida del joven, a pesar de realizarle durante 60 minutos maniobras de recuperación.
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