La Caja de las Letras del Instituto Cervantes ha recibido como legado in memoriam de Severo Ochoa un cuaderno de laboratorio de 1956. El cuaderno pertenece a la época en la que el bioquímico español trabajaba en la Universidad de Nueva York, y cuyas investigaciones le llevaron a ganar el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1959.
La directora de contenidos de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, Miriam Atienza, le ha entregado al ministro de Ciencia, Pedro Duque, el legado de Severo Ochoa en presencia del director del Instituto Cervantes, García Montero y de la consejera de Cultura, Política Lingüística y Turismo del Gobierno del Principado de Asturias, Berta Piñán.
title="Imagen: Instituto Cervantes" src="/images/noticias/2021/Severo-ochoa-bueno-2.jpg" alt="Cuaderno de investigaciones" width="1280" height="720" />
Lo que guarda la Caja de las Letras es el trabajo experimental que Severo Ochoa hizo sobre la enzima polinucleótido fosforilasa, investigaciones que culminarían con la síntesis del ácido ribunocleico (ARN). Las investigaciones y hallazgos constituyeron una base fundamental para el estudio del código genético.
Pedro Duque ha dicho de Severo Ochoa que es “un referente para la ciencia” y ha añadido que es “un caso paradigmático de cerebro fugado”.
Ganó la Medalla Bewberg en 1951 gracias a sus experimentos sobre farmacología y bioquímica
Nacido en Asturias en 1905 fue un bioquímico y biólogo molecular español, nacionalizado estadounidense.
En 1959 obtuvo el Premio Nobel de Fisiología y Medicina, que compartió con el bioquímico Arthur Kornberg, por sus descubrimientos sobre el mecanismo de la síntesis biológica del ácido desoxirribonucleico (ADN).
Ganó la Medalla Bewberg en 1951 gracias a sus experimentos sobre farmacología y bioquímica y en 1971 le nombraron director del Laboratorio de Biología Molecular de la Universidad Autónoma de Madrid.