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Leishmaniosis: la prevención es la única opción
Esta enfermedad parasitaria ‘olvidada’, ocupa el segundo lugar detrás de la malaria en términos de mortalidad
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La leishmaniosis se está convirtiendo en una enfermedad ‘olvidada’. Pese a ocupar el segundo lugar detrás de la malaria en términos de mortalidad y ser una de las enfermedades parasitarias más importantes del mundo, sigue siendo una enfermedad tropical desatendida (NTD).

Esta enfermedad muy frecuente en perros, es endémica en 98 países, incluyendo América, Asia, África y la cuenca mediterránea. En el centro y norte de Europa se considera una enfermedad emergente, principalmente debido a cambios climáticos y fenómenos de globalización, como explica la Red de Investigación en Sanidad Animal (REDISA).

En animales, puede producir una enfermedad grave con signos clínicos variables: alopecia, pérdida de peso, linfadenomegalia, crecimiento exagerado de las uñas (onicogriposis), lesiones cutáneas, atrofia muscular, letargia, cojera o inflamación articular, epistaxis, etc. En algunos perros pueden producirse cuadros graves de enfermedad renal crónica. Aunque el perro es el reservorio principal de la leishmaniosis, hay otros animales como liebres y conejos, cabras, roedores, gatos, marsupiales, primates, e incluso aves en los que se ha detectado la presencia del parásito.

Los humanos se contagian principalmente al ser picados por flebotomos infectados con el parásito. Para que el vector se infecte ha de picar previamente a un hospedador infectado. Hay tres formas clínicas principales de leishmaniosis humana: cutánea (LC), mucocutánea (LMC) y visceral (LV). La leishmaniosis visceral o kala-azar es endémica, entre otras regiones, en la cuenca mediterránea y es la forma más grave de enfermedad, presentando una alta tasa de mortalidad cuando no se trata.