Ya han pasado 30 años de la letra de esta mítica canción que Celtas Cortos popularizó en su disco ‘Cuéntame un Cuento’ allá por el 1991… y sí, la verdad es que, a 20 de abril de 2020, hemos cambiado y mucho.
Quizá, si hace un año nos hubieran preguntado, la respuesta hubiera sido distinta. Los que rondamos los 40, hubiéramos recordado simplemente la canción como una de las canciones que más sonaban en España en los 90 y que cada año canturreamos justo este día, claro, si nos damos cuenta del día que es, porque vivimos acelerados, sin tiempo... Pero hoy, en poco más de un mes desde que estamos viviendo una de las mayores crisis sanitarias en nuestro país y en el mundo, a nosotros, nos ha “desordenado un poco nuestra conciencia”.
En poco más de un mes, hemos cambiado y mucho… nos hemos dado cuenta de las cosas importantes, sí, de las verdaderamente importantes, así, sin prácticamente pestañear. Hemos dado paso a priorizar otro tipo de cosas, la familia, los amigos, a los vecinos, a nuestros mayores, a los que estamos perdiendo por miles. Qué triste, que después de una vida de sacrificios para darnos lo mejor a nosotros, se estén yendo de una forma tan dramática.
Hemos empezado también a valorar a todos los profesionales que están cada día, con una gran vocación de ayuda a los demás, y que nos hacen la vida más fácil: la sanidad, la educación, los cuerpos de seguridad, los comercios… ahora a todo le damos la importancia que antes tenían, pero no éramos conscientes de ella porque, volvemos al concepto tiempo, ese concepto tan abstracto, pero tan medible y que pasa tan rápido, no nos hacía valorar la importancia de las personas dentro de la sociedad en la que vivimos. Ahora somos más agradecidos.
Esta situación, nos ha vuelto más reflexivos, más consecuentes… si nosotros salimos, si nos saltamos las normas, hay consecuencias, consecuencias traducidas en muertes. Hemos aprendido a ser más solidarios, el egoísmo ha quedado atrás, lo nuestro, no es solo nuestro ahora sirve para un bien común, lo que tenemos lo damos y nos hemos dado cuenta que compartirlo es más satisfactorio que quedárnoslo para nosotros.