Por ser la última de la que tengamos noticia, no deja de ser bochornosa. Igual o, si cabe, más que las anteriores. La última incorporación de un político a un consejo de administración de una gran eléctrica no debería sorprendernos, aunque sí impacta bastante el momento en el que ha sucedido.
Creo que Antonio Miguel Carmona dejó de tener relevancia en el Partido Socialista hace tiempo. Más conocido por participar en tertulias televisivas (en las que -por lo que cuentan- ponía a caer de un burro a Pedro Sánchez durante los descansos de publicidad) que por su legado político, Carmona se convierte en el último ejemplo de sinvergonzonería de nuestra clase política. Aunque clase, lo que se dice clase, Carmona demuestra tener bastante poca.
Me niego a creer eso de que todos los políticos son iguales, siempre me he negado. No creo que todos tengan la bajeza de vender su alma a cambio de, por lo que cuentan, un sueldo que supera con mucho al del presidente del gobierno. Y mucho menos en un momento en el que el precio de la luz trae a muchas familias más penas que alegrías. Llega el frío y probablemente muchos hogares españoles se lo pensarán mucho antes de encender la calefacción por miedo a no poder pagar luego la factura. Pero parece que este pequeño dato le trae sin cuidado a Carmona, supuesto político de izquierdas, que va a ver engrosar su cuenta corriente por hacer, básicamente, nada.
Lo que parece es no tener valores
Suponiendo también que este nuevo miembro de la dirección de Iberdrola tenga los conocimientos suficientes para desempeñar ese cargo (aunque es mucho suponer, me temo), lo que parece no tener es valores. Ya lo demostró cuando hace unos meses defendió a la que sería su nueva empresa, negando la noticia de que Iberdrola se había aprovechado del desembalse de agua de algunos pantanos para seguir cobrando obscenos beneficios por un bien básico como es la electricidad. Y lo demuestra haciéndole al PSOE el flaco favor de ser el último político socialista que se vende al más poderoso, siendo este partido el que gobierna en nuestro país. Mientras las puertas giratorias en este país siguen girando, muchos no podemos más que sentir repugnancia por esta clase de personas.
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