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Las buenas sensaciones mostradas y la tercera posición a tiro hacían que el partido contra el Valladolid fuera clave para las aspiraciones del equipo. Y todo ello pese a las rotaciones, con Saúl y Koke en el banquillo, algo insólito. Los colchoneros demostraron tener un gran fondo de armario y estar todos listos para la batalla.

El encuentro comenzó lleno de chispazos por parte de ambos equipos, pero con el paso de los minutos se mostraba el reflejo del último partido en el Sadar: dominio del encuentro y muchas ocasiones por parte de los colchoneros. Pero esta vez falló la puntería, carencia que todavía no se ha corregido. Ocasiones falladas que sientan igual de mal cuando anuncian un repunte con casos de coronavirus. Pese a ello, destacaron algunas luces que guiaban al Atlético y que mostraban lo importantes que son para la plantilla hombres como Joao y Llorente. También sirvieron para tapar las sombras que deja Lemar, errático en los pases. Antes de finalizar el primer tiempo, al Valladolid casi le funcionaba el plan: salidas a la contra que podrían haber causado más de un disgusto.

La segunda parte careció de juego fluido. El Valladolid hizo valer la estadística de ser uno de los equipos que más se encierran de la Liga. Juego espeso, con muchas interrupciones. Aun así, hubo tímidas llegadas de Morata y Lemar, queriéndose resarcir. Como introducíamos en el principio de la crónica, los jugadores que entrarían desde el banquillo demostraron estar listos ante cualquier situación y la mejor forma de mostrarlo fue la de Vitolo, anotando el gol de la victoria para su equipo. El ghanés se sacó un latigazo ‘Made in Thomas’ que paró Caro y podía hacer resurgir al portero vallisoletano, ya que se había mostrado inseguro durante todo el partido. Pero tras el saque de córner volvió a fallar y el balón le cayó a Vitolo, que parecía que tenía un imán en la cabeza y anotó. Sufrido pero conseguido. Unocerismo y tercera posición. La vuelta a la normalidad había llegado al Atlético de Madrid.