Nadie dijo que fuese a ser fácil y no lo ha sido, pero Silicius Majadahonda vuelve a una final de la Liga Iberdrola, la cuarta consecutiva, tras imponerse este sábado a San Cugat por 27-17 en el Valle del Arcipreste (Majadahonda). La final, el próximo domingo 19 de mayo, se jugará también en territorio majariego y el rival será CRAT Residencia Rialta que se impuso en su semifinal al Barca por 24-15.
Desde hace ya unos cuantos años, el Club de Rugby Majadahonda y el pueblo de Majadahonda, pueden sentirse orgulloso de contar con un equipo femenino referente en el panorama nacional, tanto en el número de fichas femeninas que atesora, como en el nivel que muestra el equipo temporada tras temporada.
En la presente, el equipo dirigido por Xabier Rodríguez, se ha clasificado de nuevo para la final de la Liga Iberdrola, el cuarto título en juego esta temporada, y tras haber conquistado ya los tres anteriores (Supercopa de España, Copa Ibérica y Copa RFER).
La semifinal ante San Cugat fue, como se esperaba, un encuentro reñido y disputado. Las de rojo y azul arrancaron con las intenciones claras y sumaron dos ensayos en los primeros quince minutos para poner el 10-0 en el marcador, obras de Isabelle Grisse y de Alicia Guio. Tras este arranque San Cugat sacó orgullo y dió un pase al frente para darle la vuelta al marcador, con dos ensayos transformados y un golpe de castigo (10-17). Un revés para las majariegas que finalizaban los primeros 40′ con sensación agridulce por el marcador, pero conscientes de que aún quedaba mucho tiempo para darles la vuelta al marcador.
En la segunda parte el juego pasó a estar monopolizado por Majadahonda, si bien se resistía el ensayo, era un continuo ataque tras ataque y así, finalmente llegaron los puntos. Primero, mediante María Marín (15-17), luego sería Cayetana Álvarez quien con una gran carrera ponía ya a las Rhinas por delante y finalmente Macarena Del Valle que junto a la transformación de Zahía Pérez dejaban en 27-17 en el marcador. Lo intentó San Cugat en los minutos finales pero la férrea defensa local impidió que las catalanas cambiasen el marcador.
Con el pitido final, estalló la alegría. La alegría de ver recompensado el esfuerzo, la alegría de que aún queda un último partido por jugar, la alegría de seguir siendo uno de los mejores equipos de España y la alegría de saber, que aún se puede mejorar la que ya es, una gran temporada.