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“Para mí la discapacidad es una putada. Nadie quiere tener esto. Yo decidí convivir con ella y decidí dedicarme a algo que me apasionaba y para mí mi pasión ahora mismo es trabajar”. Es Javier de la Torre. Y no, ésta no será una de esas entrevistas en las que se hablan de los obstáculos que acarrea una discapacidad, sino que lo haremos de las maneras que tenemos de afrontarlos.
Javier nos hace un hueco en un día marcado en rojo en su calendario y en el de más de 3 millones de personas en nuestro país: el 28 de febrero. Sí, es el Día Mundial de las Enfermedades Raras. Nos recibe en la que es su casa. El Centro Deportivo y Acuático El Galeón está hoy más lleno que nunca. Es un día especial.
Rompiendo barreras
Tener una enfermedad rara –hay alrededor de 7.000 tipos- no es complicado. La sociedad continúa trabajando para romper las barreras que impiden la inclusión de estas personas en cualquier puesto de trabajo, ya que “no todo tiene que ser trabajo de oficina”, afirma Javier.
Él es el claro ejemplo de que se puede conseguir. Su enfermedad le llevó a hacerse amigo “del deporte menos lesivo”, la natación. Lo que empezó siendo una ayuda para su físico, se convirtió en un hobbie, y meses más tarde, en un proyecto de deportista paralímpico del más alto nivel.
Fue su segundo entrenador el que consiguió meterle el gusanillo de la enseñanza. Su primer equipo fue el más joven de la Federación de discapacitados, paso previo a la llamada del trabajo de su vida.
Una entrevista distinta
A través de una agencia de inserción laboral, Javier recibió la oferta para trabajar en el El Galeón. “Cuando vine a la entrevista, las preguntas me causaron interés. No hubo recelo a la hora de preguntar. Valoro mucho que se pregunte y pongan en duda mi perfil”. Cubrir dos suplencias le sirvieron para hacerse con un sitio en la plantilla como monitor de natación del centro.
Muchas veces tengo que demostrar y lo hago metiéndome al agua con ellos. Pero no es tanto por los niños, sino por los padres
Las instalaciones, como nos cuenta el propio Javier, son perfectas, ya que necesita “una instalación con ciertas características para trabajar”. La experiencia fue tan buena que “casi suplicaba que volvieran a contar conmigo porque sé que no es fácil”.
El contacto diario
“El trato con los niños es muy bueno”, asegura, algo que constatamos al verle participar con sus alumnos. El problema viene con los padres: “tenemos que incentivar a los adultos a ser más como los niños. A los niños les estás contando eso e inmediatamente, pum, desconectan y se van a su clase. Sin embargo, el adulto, le da una vuelta, lo complica todo”.
Javier es consciente del recelo que puede conllevar su discapacidad. “Muchas veces tengo que demostrar y lo hago metiéndome al agua con ellos. Pero no es tanto por los niños, sino por los padres. Pero veo lógica esa desconfianza, porque es raro. Y es una pena”.
Un día de todos
Fue el propio Javier el que propuso al centro organizar una jornada dedicada a dar visibilidad a las enfermedades raras. El Galeón no dudó: se hace. Fruto de ello, durante más de 12 horas, se nadó de forma continua en la piscina del centro.
“Que El Galeón haya apostado porque hoy se haya invertido en tiempo de los profesionales, que mis compañeros estén ahí explicándoles, haciéndoles que firmen. A mí se me ponen los pelos de punta”, afirma Javier, monitor de natación del Centro Acuático y Deportivo El Galeón.
Se trata de una actividad más de las muchas, de carácter social, que lleva a cabo El Galeón, mostrándose, de cara a sus usuarios, como un centro vivo. Así, podemos disfrutar de diversas celebraciones como Halloween o, más recientemente, los Carnavales. Esperemos que el término “raro” se pierda en el fondo de la piscina.