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"Un ciudadano español destina anualmente, con sus impuestos, unos 300 euros a la ciencia, sin embargo un ciudadano sueco puede destinar unos 1.500 euros", así explica Jaime Sánchez, investigador del instituto IMDEA de Madrid, la diferencia tan abismal entre la inversión en ciencia que se realiza en España y la que se realiza en otros países europeos.
Sánchez lo sabe muy bien, pues él mismo se tuvo que marchar de su Móstoles natal para poder continuar con sus estudios en el campo de la electroquímica, pasando por diferentes países de Europa hasta que la Universidad de Chalmers de Suecia le dio la oportunidad de venir al instituto IMDEA como investigador visitante para terminar su tesis postdoctoral.
El científico, especializado en el campo de las baterías, reclama que en España se invierta, al menos, un 2% del PIB en investigación científica, pues a la larga esta primera inversión siempre se ve recompensada. Para Sánchez es incomprensible que un país como el nuestro, la cuarta potencia económica de Europa, solo se invierta un 1,24% del producto interior bruto en ciencia.
Casos como la pandemia del coronavirus han demostrado una vez más, la capacidad de resiliencia de países como Alemania o Reino Unido, que ya comercializan sus vacunas contra la COVID-19, en comparación con aquellos que no tienen la ciencia y la investigación como prioridad.