El Centro Cultural Villa de Móstoles acoge del 8 de abril al 31 de mayo la exposición “El espíritu de nuestro tiempo”, del artista Jaime López Molina.
La muestra, compuesta por 24 obras de técnica mixta sobre cartón fallero, nace del ejercicio de análisis por parte del artista del significado de los términos “Zeitgeist” (espíritu del tiempo) y “Dasein” (ser o estar aquí).
Según el artista, uno de los dilemas que le planteó el desarrollo del proyecto fue “la forma de poder demostrar y justificar las actitudes de la sociedad ante una nueva realidad, una realidad posthistórica”.
Es un espíritu del momento que nos aparta de nuestra identidad
“Hice de mi voluntad un hecho, que era el de ponerme del lado del protagonista, del hombre del momento como objetivo del trabajo. El proceso requirió de un ejercicio de empatía, que debía de comprender y justificar las tendencias y comportamientos que tenemos ante nosotros mismos, ante las relaciones humanas, ante la tecnología, ante los medios de comunicación de masas… por eso comprendí y me posicioné –a diferencia de otros trabajos- del lado del objetivo, y lo hice por medio del estudio de las valoraciones que realizamos desde el punto ontológico, y diría que hasta antropológico, ya que está directamente relacionado en el tiempo y el espacio en el que estamos inmersos, lo que justifica que nuestro comportamiento puede distorsionarse básicamente por la época y el ambiente en que vivimos”, explica.
Para generar y plasmar las representaciones, Jaime López Molina adquiere el papel de “flâneur” o “Paseante-testigo”, como Walter Benjamin lo denominaba, un refrendatario que contempla todo desde la distancia sin implicarse, analizando metódicamente cada movimiento y comportamiento, como si fuera un testigo de un cambio y de una mutación de la sociedad.
“Ese paseante-testigo no encuentra otra alternativa a representar lo que ve, lo que siente, lo que experimenta sobre los movimientos cambiantes de la sociedad, porque en sí, es el “Zeitgeist” que estamos viviendo, es un espíritu del momento que nos aparta de nuestra identidad, de la esencia de lo puramente transcendental, abocándonos a una frustración, un dramatismo y una tragedia donde se puede encontrar un único rescate posible dentro de esta deriva, que sería la ponderar y potenciar la parte más espiritual y emocional de nosotros mismos”, concluye el artista.
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