‘A la Luna va todo el mundo’, al menos, de pequeño. Eso pensamos todos cuando la vida, aún, no nos ha descubierto su cara menos amable.
Esa es la premisa homónima de la que parte la obra de Natalia Romay, una exposición a base de fotografía y collage que refleja los recuerdos de los viajes y aventuras que le contaba su padre cuando era pequeña. Tanto aquellos verosímiles como los que no lo eran tanto.
En las creaciones de Romay, abunda la fragmentación y lo imposible. Todo tiene cabida en esta muestra que sobrepasa los límites de la realidad. Hasta el 1 de febrero, en el Centro Sociocultural Norte-Universidad.