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Según el calendario chino, la semana pasada arrancó un nuevo año y Miriam me ha invitado a reflexionar sobre mi último viaje a este destino. Cuando aterricé, me sorprendió la amabilidad y humildad de una de las personas que nos estaba esperando en el aeropuerto. Otra de las palabras que resuenan en mi mente es 'inmensidad', pues pronto me di cuenta de lo pequeñitas que pueden llegar a ser las cosas que conocemos en nuestro país.
Además de estas primeras sensaciones, me quedo con el valor que el esfuerzo tiene para los chinos. Destacaría esa cultura del esfuerzo que llevan por bandera porque son conscientes de que cada cosa que obtienen cuesta trabajo, pero lo hacen con ganas y motivación. Entendí que tienen muy arraigado el concepto de nación y que se esfuerzan porque consideran que es su deber. Me quedé tremendamente sorprendido con su nivel de motivación y sacrificio.
Si hablo de China como potencia, creo que son conscientes de que la tecnología es un hito muy importante, capaz de transformar el mundo. De hecho, están invirtiendo tiempo y esfuerzo en esta materia, aplicándola a la construcción de las ciudades y los entornos que necesitan para que la población escale. La principal diferencia que hay entre China y occidente son las 'ganas'. Considero que tenemos que hacer una enorme reflexión en torno a los jóvenes. Es cierto que la libertad es importante, pero estamos dejando que se use sin responsabilidad. Europa siempre ha sido la punta de la lanza, pero estamos perdiendo el liderazgo de una forma dramática.
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