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Creo que, como norma general, a los jóvenes de hoy en día les gusta poco esforzarse. Ni tanto como las generaciones pasadas, ni tan poco como las actuales...¿Por qué no buscamos el equilibrio? Todo en la vida cuesta y cuanto más valor tiene lo que conseguimos, más esfuerzo hemos tenido que emplear. Pero, no hablo de esforzarse para conseguir algo material, me refiero, más bien, al reto personal que supone esforzarse para apreciar lo que hemos logrado. El sumatorio de estos pequeños tesoros es lo que nos da la felicidad y eso es lo que tienen que entender los adolescentes.
Tenemos que cultivar en las aulas, en los colegios, aquello que queremos recoger dentro de diez o quince años. La tecnología puede ayudar al ser humano a evolucionar, pero si esto no va acompañado de una evolución en las propias personas, nos encontraremos con una disparidad muy grande entre aquellos que entienden y saben de tecnología y el resto. Antes hablábamos de clases sociales económicas y, en este momento, yo hablaría de clases sociales cognitivas. La transformación digital debe ir acompañada de un cambio en nosotros mismos. Considero que nuestros jóvenes deben aprender, no por tener muchas cosas materiales, si no porque, de esa forma, conseguirán ser una persona totalmente diferente a la que serían si no se esforzasen.
¿Qué mensaje deberíamos mandar a los chavales? Habría que decirles que una de las mayores satisfacciones que van a tener en su vida es conseguir cosas, emprender, desarrollar ideas y proyectos...Tener un coche en el garaje de alta gama debería pasar a una segundo plano, más cuando hablamos de que el conocimiento es nuestra herramienta más poderosa.
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