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Lo que hemos presenciado en Alcalá de Henares con Marcelo Isoldi y Fernández Abad es solo un ejemplo del teatro político de nuestros tiempos. Estos concejales han sido absueltos por la Audiencia Provincial de Madrid del delito de prevaricación ambiental por el que fueron condenados. Es una pena que se construyan bulos de este tipo y que nadie pida perdón. Parece que eso de las disculpas no se lleva en política y lo extrapolan a la ciudadanía. Nos tienen constantemente polarizados en un momento clave en el que nos jugamos aspectos esenciales para nuestra existencia como sociedad. Reconozco que es complicado cambiar el pensamiento de las personas y que los boomer caemos en un círculo en el que, a veces, dejamos de valorar X situaciones por mantener nuestro ego supino de llevar razón. Lo preocupante es que esto mismo les pase a los jóvenes.
Me da mucha rabia el contexto actual porque parece que todos tenemos una venda que no nos deja ver la realidad y hay mucha gente que quiere progresar. Sí, progresar. La palabra PROGRESISTA no es de izquierdas, es de sentido común del ser humano. Aquí lo importante es que los jóvenes lo entiendan así. 'Facha' o 'progre', ¿qué importa? Lo que tienen que trabajar es su espíritu crítico y quedarse con lo mejor de las dos partes. Para progresar hay que ahorrar y conservar algo de dinero en el banco.
No somos conscientes del panorama político que tenemos ante nuestra jeta. Me pregunto dónde está yendo el dinero de nuestros impuestos porque la sanidad o la educación han empeorado. Nos hemos endeudado más que nunca y debemos más dinero que nunca. Los ciudadanos vivimos en una especie de matrix donde no nos cuentan la realidad y, mientras, asistimos a un espectáculo político ridículo. Me da la sensación de que los políticos pierden demasiado tiempo en repartirse el pastel y muy poco tiempo en ejecutar lo que realmente interesa a los ciudadanos. Solo han sido rápidos en una cosa: 'AGILIPOLLARNOS'.
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