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Llevo con pantallas delante de mi cara desde que tenía siete u ocho años, cuando mis padres me apuntaron al AMPA a clases de ordenador. Digo firmemente que el problema de las adicciones tecnológicas no es culpa de las pantallas, si no de los contenidos que hay tras ellas. En un momento determinado, una pantalla puede ser una gran aliada, pero no puedo dejar de mirar hacia los padres porque en ellos recae el peso de la responsabilidad. Nos hemos acostumbrado a vivir a un ritmo frenético y lo más fácil para nosotros es que los niños cojan el ordenador, el móvil o la consola para que no den mucha guerra. No somos conscientes de que algunos tipos de software se crean adrede para crear adicción y que los niños se tiren horas frente al contenido con un cerebro que no para de generar dopamina.
Los colegios e institutos tienen mucho que ver en todo esto. Están "obligando" a los más pequeños a usar la tecnología para hacer los deberes, pero entre tarea y tarea...se cuelan muchos contenidos perjudiciales. Los niños tienen acceso a un mundo repleto de cosas buenas, pero también malas y todos sabemos que siempre llama más la atención aquello que huele a prohibido. Yo tengo claro que el móvil no debería estar permitido en las aulas, aunque evidentemente estoy a favor de que haya sistemas informáticos en ellas. Hay que establecer, y que los niños entiendan, que son herramientas de trabajo que contribuyen a su formación y que no confunda sus usos.
Y ¡ZASCA!... un buen día se encuentran con la pornografía. Pienso que la libertad es muy valiosa, incluso para hacer el mal, pero hay determinadas edades a las que es necesario establecer límites. No podemos permitir que nuestros hijos e hijas consuman estos contenidos sin control porque comienzan a experimentar la sexualidad de forma errónea. Tenemos que darles explicaciones y romper tabús para que sepan qué es lo correcto. ¡Haz clic en el play!
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