¿De quién es la culpa cuando las relaciones tóxicas se romantizan en las películas? Quizás no haya que buscar 'Culpables', pero sí responsables de que cintas como 'Culpa mía' sigan produciéndose y engendrándose en gigantes del streaming como Amazon Prime Video, capaces de llegar a un volumen de público juvenil desmesurado y engrosando el conjunto de fans que se habían enganchado previamente a la trilogía de Mercedes Ron, novelas en las que se inspira la nueva película juvenil producida por Alex de la Iglesia.
Si buscas una opción de entretenimiento fácil y rápido de consumir puede que esta sea tu película de domingo, pero no hace falta ni ponerse las gafas moradas para ver que, además de ser un refrito que no aporta nada nuevo al género, reproduce un patrón de relaciones dañino que vuelve a situarnos en el rol de “madres-novias-cuidadoras” que aspiran y esperan a que él chico malo cambie. En pleno 2023, se ha utilizado el tirón de una saga de novela ¿romántica? , amplificando su capacidad de influencia en un público muy joven, al que se le están poniendo en la pantalla arquetipos peligrosos, algo que puede tener nefastas consecuencias en una etapa en la que definimos lo que queremos en una relación amorosa y sexual.
El protagonista de ‘Culpa mía’ tiene comportamientos violentos, se rodea de un entorno peligroso y, aunque en esta primera entrega no queda del todo perfilado, se intuye que presenta una capacidad especial para manipular y persuadir a la protagonista, a través de un juego muy poco sano, en el que es él quien define qué tipo de chicos le convienen o cómo tiene que ser el sexo y, todo ello, dejando claro que la manera que tiene de alcanzar ese placer es si es él quien se lo da. Es posible que esto no quede patente de manera explícita en la película, pero es innegable que los diálogos, las situaciones y los contextos indican que así es. Es más, la película y el planteamiento del personaje masculino utilizan estos factores para potenciar el atractivo del mismo.
En un momento en el que reivindicamos una educación feminista que garantice la igualdad real entre mujeres y hombres es, sin duda, reprochable que este tipo de contenidos sigan reproduciendo nuevas versiones de ese amor romántico que nos consume y en el que, de nuevo, volvemos a ser nosotras la que nos encontramos en la parte que menos pesa de la balanza. El hecho de que la protagonista sepa un coche al estilo ‘Fast and Furius’ no quita hierro al mensaje que traslada la cinta. Ojalá no demos más pasos atrás y seamos capaces de seguir construyendo historias de amor y sexo que arrastren clichés machistas que todas y todos deberíamos señalar.
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