Estar tranquilamente cenando en casa y ver cómo Televisión Española emitía en Prime time un 'documental' sobre animales durante cerca de 15 minutos hizo que muchos retrocediéramos en el tiempo a aquella época en la que quedábamos embobados con los reportajes del eterno Félix Rodríguez de la Fuente. Pero, no, no viajamos en una máquina del tiempo, estábamos asistiendo al nacimiento de una nueva batalla entre dos grandes de la comunicación, al estilo de José María García y José Ramón de la Morena.
David Broncano, fichado por TVE como gran golpe de efecto, estuvo explicando que su competidor directo, Pablo Motos, había movido los hilos para dejarle sin entrevista. En los camerinos del joven presentador de La Revuelta esperaba el recientemente campeón del mundo de motociclismo Jorge Martín que anunció esa misma mañana su presencia en el espacio de La Uno. La reacción de la productora de Motos no se hizo esperar y, según Broncano, movieron los hilos para que el deportista de San Sebastián de los Reyes no saliera a ser entrevistado porque ya se había comprometido con ellos estar en exclusiva la próxima semana.
Es algo, dicen desde el equipo de la Revuelta, que lleva ocurriendo años, antes de que llegaran a la televisión pública. El hecho de ser el programa más visto de la televisión año tras año ha permitido a Motos tener tanto poder sobre productoras, empresas, artistas, etc. que es capaz de 'obligarles' a decir que no a otros antes de que aparezcan en su hormiguero.
Esta historia hace que veamos una nueva polarización en este mundo tan enfrentado en el que vivimos. Nos obligan a ser del Real Madrid o del Barcelona (o del Atleti), del PSOE o del PP, de Podemos o de Vox, conservador o progresista, zurdo o diestro... y ahora tenemos que ser de David Broncano o de Pablo Motos. Y no vale querer quedar bien con ambos porque una vez que elijes bando, el de enfrente se convierte en tu enemigo, un contrincante al que batir.
Por mucho que adornemos de modernidad al asunto, no es nada nuevo. Las 'peleas' por la audiencia, por tener primero a los protagonistas o por dar la exclusivas por delante de los competidores son tan antiguas como los propios medios. Recuerdo una de las batallas más crudas en las ondas, cuando José María García en su "Supergarcía" de Antena3 Radio marcaba el paso a todos los demás. No había futbolista, ciclista, presidente de club de fútbol o incluso ministro (decían las malas lenguas) qeu se negara a pasar por sus micrófonos cuando el butanito te llamaba.
Pero todo cambió en 1989 cuando un imberbe y jovencísimo José Ramón de la Morena estrenaba El Larguero. El programa de deportes que la Cadena Ser acogió para enfrentarse al todopoderoso García e intentar robarle la audiencia. Las batallas fueron épicas. Los programas de ambos se llenaron de insultos cruzados y se dedicaron programas enteros para atacarse sin piedad. En esa lucha también entraban los protagonistas de la información, los deportistas y dirigentes. Una de las batallas más recordadas fue la que tuvieron a cuenta de una entrevista con el entonces presidente del Rayo Vallecano, Pedro García. El mandatario del club de Vallecas pasó por los micrófonos de Antena 3 y García, que se las sabía todas, alargó la entrevista ¡dos días! para no liberarle y que no pudiera acudir al programa de su rival. El enfado de De la Morena retumbó por todos los rincones.
No fue la única pelea, más adelante, los de la Ser pactaron con el seleccionador Luis Suárez una colaboración para comentar la competición del momento. Y Supergarcía, al enterarse logró tumbar el acuerdo. Como consecuencia de ello, De la morena llegó a llamar 'Osama García' al de Antena 3 lo que le supuso una suspensión de empleo y sueldo que le dejó fuera de juego durante alrededor de un año.
Tras aquello el periodista de Brunete volvió para poco a poco conseguir tumbar al casi intocable García. Mes a mes, EGM tras EGM, se fue dando la vuelta a la tortilla hasta que La Ser alcanzó el liderato y siguió quitando oyentes a su adversario que, finalmente, salió de la radio para jubilarse.
Ahora, estamos ante una nueva batalla, pero esta vez delante de las cámaras. El imbatible Motos utiliza y utilizará todas las artimañas a su alcance para no perder la posición de liderazgo; el aspirante, Broncano, hará lo propio para conseguir llegar a la cúspide. Y, tras el paso de los años, de peleas, mensajes cruzados, de ponerse la zancadilla uno al otro, se darán cuenta que no merece la pena gastar energía en estas batallas porque, como hicieran De la Morena y García muchos años después, terminarán reconciliándose, para sorpresa de sus respectivos bandos que quedarán huérfanos y polarizados.